Ene 13, 2016 Dani Arrébola Críticas 0
Por Dani Arrébola
¿Tan aburrido es convertirse en mujer?
Con mucha expectativa pero finalmente con su metralla deshinchada, nos llega a nuestras salas La chica danesa, el último trabajo del prestigioso cineasta Tom Hooper, que apuntaba a disparar muy alto pero que con el paso de los días -y de los festivales- parece únicamente extraer de su plasma pólvora mojada. Tom Hooper se ha ganado el derecho a ser contemplado desde la butaca con todo el respeto del mundo (El discurso del Rey (2010), Los miserables (2012), un respeto que puede ser aún mayor si el peso protagónico del film recae en Eddie Redmayne, reciente ganador del Oscar por su precisa, calcárea y laureada encarnación de Stephen Hawking aunque aquí -ya voy avanzando por el carril izquierdo- se convierte en una interpretación opacada y forzada.
Redmayne hace lo que puede en la piel del artista y pintor danés Einar Wagener que pronto descubre ser Lili, es decir, que pronto descubre que su cuerpo de hombre no corresponde a su identidad como mujer. El texto basado en la novela de David Ebershoff -que a su vez se inspira en la vida real del matrimonio Wagener- concede un buen puñado de kilogramos de rol trascendental a la esposa de Einar, Gerda, que interpreta con más precisión y acierto que su companion, una Alicia Vikander que oposita a la nueva chica del deseo de las majors. Asistiremos, a través de un montaje lento y más preocupado por su arquitectura estética que por su potencial chicha narrativa, a todo ese tormento y padecer que suponía sentirse mujer en el cuerpo de un hombre en la solemne y fría Dinamarca de los «felices 20».
Es necesario incidir en el adjetivo potencial y todo aquello que puede poseer el mismo…y que aquí se desvanece a partir de la primera media hora de un filme que a Hooper se le escurre de las manos. Archi-preocupado por crear una elegancia que chirría en cada medido plano, el cineasta británico tan sólo es capaz de encajar a su travestido y generoso pero artificial actor, Eddie Redmayne, en un montaje allanado, obsesionado por circundar un perímetro previsible y, en consecuencia, aburrido…tremendamente aburrido. Y la pregunta te martillea por la cabeza en las dos horas clavadas de duración de esta sufridora vida nórdica: ¿Tan aburrido es convertirse en mujer?
La chica danesa parte de un ilusionante -no por menos responsable y preocupante- punto de partida que Hooper desaprovecha y cae finalmente en un abismo de indiferencia y desgana en la que tan sólo parece salir bien parada Alicia Vikander, una actriz de belleza algo enigmática. Ni siquiera la música compuesta por Alexandre Desplat -que pocas veces falla- es capaz de seducir nuestra atención en pantalla con tal de plasmar los ojos en esa Lili abrumada entre la seda de sus vestidos.
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