Ene 13, 2015 Dani Arrébola Críticas, Especial Oscar 0
Por Dani Arrébola
Postrados con dolor y con placer gracias a Eddie Redmayne
El británico James Marsh había dejado claro hasta este momento de su carrera, que era capaz de hacer rendir a la crítica a sus pies en lo que se refiere estrictamente al género documental. Tanto con Man on Wire (2008), aquella historia que mostraba el hito de un fonambulista que logró caminar a través de un alambre entre las desaparecidas Torres Gemelas del WTC; como con aquel otro experimento llamado Proyecto Nim (2011), en el que se intentaba que un mono fuese criado y educado exactamente igual que un ser humano, Marsh logró sorprender y conmover a todo el que ocupaba las salas, ya fuera prensa o espectador convencional. Dispuesto ahora a quitarse esa espina que no le acaba de dejar arrancar en cuanto al largometraje, el realizador británico pone en este inicio de 2015 toda su carne artística en el asador con La teoría del todo, o, lo que es lo mismo, un biopic sobre Stephen Hawking, el físico contemporáneo más famoso del mundo.
La propia historia del protagonista contiene tantos imputs potentes ennoviados con el séptimo arte que incluso debería ser todo un seguro de vida si hablamos de sus opciones de llevarse un puñado de estatuillas en los Premios Oscar. El guión se basa en el libro de memorias «Hacia el infinito», escrito por la que fue esposa del físico, Jane Hawking, y que en el filme interpreta Felicity Jones. La acción arranca con el joven Hawking (Eddie Redmayne) en sus años de estudiante, donde prepara un doctorado en astrofísica en la prestigiosa universidad de Cambridge y donde conoce a Jane de la que no se separará jamás. Juntos, la pareja entre amores y tres hijos de por medio, afrontará la horrorosa enfermedad mononeuronal que postró a Hawking en una silla de ruedas, a la vez que su fama crecía en todo el mundo consolidándole como el gran genio del estudio de la física teórica.
No es que merezca el Oscar la actuación de Eddie Redmayne, es que se le quedaría pequeño. La encarnación compleja del actor británico y construída sobre un sinfín de guiños, gestos y expresiones faciales, merece un monumento en cualquier museo del celuloide. Gracias a su refulgente y admirable interpretación, en la que también se apoya una fantástica e impecable Felicity Jones, la película es capaz de disimular con elegancia cualquier aspereza en su parte artística y cualquier atajo o «trampilla» en el guión (que los hay). De esta manera, con la química entre la pareja protagonista y con la misma conexión que te regala desde el primer minuto Redmayne, el filme funciona y te llevará de la mano hasta su final, como un suspiro, ya sin aliento y dejándote tocada buena parte de tu fibra musculosa y caritativa.
Marsh se atreve a coordinar los logros téoricos de Hawking, servidos en forma de aplausos y vítores, con los golpetazos vitales que va recibiendo. La película es por tanto una bolsa en la que va cabiendo todo – la amistad, la paternidad, el atéismo, etc- canalizada siempre por la esperanza de un amor entregado en el matrimonio Hawking incluso hasta en el momento en que queda liberado (que no expirado), en el que Jane, desconsolada ofrece «todo lo que podía hacer». Y dentro de ese potente hilván argumental, el espectador podrá no solamente contemplar las actuaciones de los protagonistas, sino también anticiparse a cada uno de los sentimientos que en ellos progresan.
Seguramente el biopic pueda socarrar las esperanzas de aquellos amantes de la cosmología que esperasen una radiografía más científica de la vida del genio; pero es también motivo de celebración que el espíritu y resultado final del filme pueda ser entregado a un amplio abanico de público capaz de conocer y venerar (si no lo habían hecho aún) a un personaje imprescindible en el avance y desarrollo humano. Es por tanto esa costura la virtud de la película: que acabe calando como una historia de lucha, amor y fe, como, finalmente, logra calar. Por ello y por la actuación de un hasta ahora semi-desconocido Redmayne, La teoría del todo vale la pena verla una y otra vez.
Puntuación Ránking Apetece Cine: 7,5
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