Sep 18, 2015 Dani Arrébola Festivales, San Sebastián 2015 0
Por Dani Arrébola
El regreso regresivo de Amenábar deja frío al Festival
Se esperaba con ansia y con lógica. Es Amenábar, no es un cualquiera. Se ha ganado su derecho tras seis películas, que parece un número muy escaso para una filmografía que lleva ya tres décadas de vida, pero que es un número considerable teniendo en cuenta la calidad y huella que cada una de las mismas ha dejado. Se esperaba con la lógica que le acredita su trabajo de hombre culto, ingenioso y renacentista: Amenábar no sólo dirige, también escribe y compone y suma otros tantos verbos en su obra vinculados a la industria del cine. También es una de sus virtudes su buen olfato a la hora de elegir a sus actores para encarnar las obras que tiene en mente plasmar: Eduardo Noriega como estudiante, Javier Bardem como tetrapléjico o Rachel Weisz convertida en una hermosa e intelecta Hipatia de Alejandria dan buena fe esto último. El sólido y curtido Ethan Hawke y la guapísima y joven Emma Watson, han sido los elegidos en esta ocasión por el olfato del cineasta español y oriundo de Chile. Y la verdad que, de entrada, son dos buenos reclamos para avivar el interés por esta nueva cinta que inaugura la 63 edición del Festival de San Sebastián.
Pero no. Esta vez no. Amenábar ha perdido fuelle y bastante del ADN exclusivo al que nos tenía acostumbrados. Su regreso en esta Regression se pierde por la oscuridad de la misma secta satánica por la que se empapa. Y no podemos decir que esta flacidez se deba por vez primera a una falla de olfato, ni mucho menos, Ethan Hawke se muestra generoso y creíble, quizás incluso de lo más salvable del filme, y Emma Watson…pues bueno, la joven hace lo que puede a pesar de mostrar las mismas muecas angustiosas en cada plano de los escasos en los que aparece; más bien la historia acusa un auténtico vacío de alma, de profundidad, de riqueza satánica que le dote de algo más que una historia oscura que se sigue con el mismo interés que el que tiene el mando a distancia a mano tumbado en el sofá de su casa. Sabe mal decirlo, pero Regression es la peor película de Amenábar hasta la fecha.
Ya en sesión vespertina el sugerente título de Pikadero abría la sección Nuevos Horizontes, que sería algo así como la liga de las promesas, a pesar de que tan sólo unos pocos logran consagrar sus carreras. Película curiosa donde las haya ya desde su misma ficha técnica: está filmada en euskera y la dirige un escocés, Ben Sharnock. La guapa Bárbara Goenaga junto a Joseba Usabiaga interpretan a la pareja protagonista que, en medio de un mundo en el que es difícil hacerse hueco, buscarán sin éxito un lugar donde consumar su amor…oséase un pikadero leches. La cinta arranca bien, con algún que otro diálogo prometedor, pero esa sonrisa en la cara con la que se ve de inicio se va difuminando irremediablemente fruto de ese excesivo aliño de silencios incómodos y miradas sin respuestas -o con respuestas de más de diez segundos de retraso- que acaban por colmar la historia.
Y lo mejor de la jornada se ha hecho esperar. El último trabajo del cineasta catalán Cesc Gay, viene con el título de uno de sus protagonistas, concretamente el del perro de un Ricardo Darín que interpreta a Julián, un enfermo terminal de cáncer. Su gran amigo Tomás (Javier Cámara), llegará desde su residencia en Canadá hasta Madrid. con tal de pasar cuatro días al lado de su colega. Y la historia se consume con el mismo interés con el que los amigos se miran plano a plano: con sinceridad, con amargura, con un cariño difícil de sujetar que no es otro cariño que el de la amistad. Cesc Gay consigue en Truman su mejor película hasta la fecha, un filme que es todo un torrente de emociones contenidas y en el que tanto Darín como Cámara están cercanos y creíbles que, en esta historia, es decir que están portentosos. No sería nada raro que el Festival les concediera un más que merecido premio ex-aequo que, de propina, serviría también para reconocer la carrera de dos de los mejores actores de habla hispana surgidos en las últimas décadas.
Parece que San Sebastián se ha levantado amainando el mal tiempo que pregonaban los meteorólogos por la Bella Easo, y lo ha hecho a un ritmo algo perezoso pero a un ritmo in crescendo que -esperemos al menos en cuanto a calidad- pueda seguir creciendo con el paso de las jornadas.
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