COMANCHERÍA

Dic 26, 2016 Dani Arrébola Críticas 0

Dame dos tragos y dos coches que te disparo una obra maestra

Desconocemos si al director británico David Mackenzie le habrá hecho (o no) mucha gracia la transformación ajustadísima -tanto que parecen romperse los pantalones de la industria- del título original Hell or High Water a Comanchería, que es como su última película viene distribuida y se estrena en España. Lo cierto es que, de entrada, (y con la entrada en la mano también), tal atentado a lo scrabble de palabras lograría rehuir a cualquiera que se ponga a deambular por esta cartelera de fin de año. Pero si de verdad los críticos de cine aún servimos para algo, valdría la pena que todo aquel que dude de un título cochambroso -y comanchoso-, se fíe de los que ya hayamos entrado a verla y, en consecuencia, del entusiasmo con el que la mayoría la hemos digerido. (Y sí, claro está, también se fíe por enésima vez del buenhacer de Jeff Bridges, que otra vez más lo borda).

La historia, nutrida por el guión original de Taylor Sheridan, se sitúa en la América profunda de Texas. Por allí, una pareja de maduros, curtidos y . por tanto. desenfrenados hermanos (Chris Pine y Ben Foster), deciden atracar bancos, de forma estratégica y con tal de salvar la granja propiedad de su familia. Pero claro está, los hermanos no contaban con el olfato pre-jubilado y jubilón del sheriff Marcus Hamilton (Jeff Bridges), encargado de dar caza a los dos asaltantes y de esperar con infinita paciencia a que ambos cometan un primer y único error.

Mackenzie dirige con pulso y estilo un western tan sencillo como trepidante, tan original como reiterativo en lo que cuenta y, por tanto, tan especial como una auténtica obra maestra. No es nueva la idea de que dos desmandados actúen al margen de la ley, ni mucho menos que un rudo y pseudo-racista sheriff sea el gato que persigue al ratón en el juego; pero lo que sí es novedoso en esta era post-archidigital del cine es que los suspiros cuenten como palabras profundas, que las carreteras de Texas se deslicen con alma propia como la sangre oxigenada por el cuerpo y que, en la sencillez zopenca y tosca de una persecución a fuego lento encontremos todo un retablo de la sociedad arraigada en el sur de las barras y estrellas. Y si a toda esa humilde novedad le sumamos otro preciso y generoso trabajo de un Jeff Bridges que parece haber salido del vientre de su madre con el traje de sheriff puesto y unos temas musicales amenizados por el buen gusto de Nick Cave y Warren Ellis, el metraje de 102 min se convierte en otro suspiro que contará y mucho para la evasión y salud mental de cada uno.

Comanchería es un western que esconde un sabor nuevo y adictivo bajo su pelaje tan corriente. Es mucho más que dos tragos de una birra y que dos coches huyendo por el sureño asfalto yankee. El que sepa encontrar el secreto más recóndito de su sabor, apreciará en el mismo ese gusto clásico que destila muy de tanto en tanto una obra maestra.