Abr 07, 2014 Dani Arrébola Críticas 0
Dir.: Bertrand Tavernier
Pro.: Frédéric Bourboulon, Jérôme Seydoux Gui.: Bertrand Tavernier, Antonin Baudry, Christophe Blain
Int.: Thierry Lhermitte, Raphaël Personnaz, Niels Arestrup
Bertrand Tavernier posee un de las más sólidas filmografías del cine europeo. A sus 73 años –los cumple el día 25-, su carrera, que empezó en 1974 con El relojero de Saint Paul, reúne títulos tan destacados como Que empiece la fiesta, La muerte en directo, Una semana de vacaciones, Un domingo en el campo, Alrededor de la medianoche, La vida y nada más, Ley 627, La carnaza, Capitán Conan, Hoy empieza todo, En el centro de la tormenta… y hasta una veintena larga. Cine de mucha calidad, certero y comprometido; comedias, pocas… hasta esta última: una caricatura implacable de la burocracia ministerial, que todos entienden que apunta al blanco de Dominique de Villepin, que fuera ministro de Jacques Chirac.
El habitante del Quai d’Orsay –el ministerio de exteriores francés- es Alexandre Taillard de Vorms, un hombre impetuoso, brillante, atractivo y bastante engreído y maniático. Acaba de nombrar al joven Arthur Vlamink su personal “asesor de lenguaje”; es decir, el que le escribe los discursos. En principio, Arthur no está muy convencido de querer ese trabajo, pero se deja persuadir por la insistencia de su novia y por el interés humano de encontrarse en el mismo centro de la diplomacia francesa. Poco a poco se va dando cuenta de las dificultades de su misión, pero su profesionalidad le obliga a superar los escollos y progresar.
Lo tiene difícil: Alexandre nunca está contento con la redacción de sus discursos, y le obliga a rehacerlos continuamente; con la colaboración, además, de una tropa de consejeros para asuntos, continentes y categorías diversos, que aportan poca ayuda y mucha confusión. Menos mal que ahí está también el director del gabinete Claude Maupas, un veterano diplomático que se las sabe todas y que nunca pierde la cabeza.
Falta hace. Porque el Ministerio de Asuntos Exteriores francés es, como puede suponerse, un hervidero de conflictos, cuando no de crisis declaradas. Muchas vienen de fuera; pero la más importante y permanente es la que provoca el propio ministro. El hombre es una especie de torbellino –tornado, más bien- que produce sunamis de papeles volando cuando cruza los despachos, y tormentas de intendencia con caprichos y veleidades ridículas pero continuas. Las secretarias sufren para aguantarlo y los consejeros no tienen tiempo ni de comer ante sus ocurrencias y manías y sus exigencias de eficacia.
El bueno de Arthur, como último de la fila, lo padece más que ninguno y solo puede apoyarse en Maupas, en el despacho, y en su paciente novia Martine, en casa. Su vida profesional, en realidad, bascula entre los dos polos opuestos: el director de gabinete, experimentado, silencioso, casi ausente, y el nervioso, tremebundo y casi ridículo ministro. La pericia de Bertrand Tavernier para dibujar los caracteres de ambos antagonistas en la pantalla llena un guion escrito a seis manos con los autores de la novela gráfica original. Y los demás personajes poseen la misma calidad: cada una de las piezas del agitado ministerio tiene vida, personalidad y, por encima de la farsa, absoluta autenticidad.
Tavernier ha respetado además la estructura de los capítulos del tebeo, puntuándolos en la película con una sucesión de citas de Heráclito –el filósofo de la contingencia- que parecen escritas para la pantalla: “Ante un discurso, el estúpido se queda pasmado”, por ejemplo. Pero el que de verdad corre el riesgo es el propio espectador, atónito ante el ingenio de la película y la velocidad con que transcurre ante sus ojos. Es una catarata de imágenes, una sucesión de ocurrencias sin el menor reposo, que casi terminan por fatigar, tan intensa es la cosa.
Menos mal que el recital de los protagonistas no cansa nunca: extraordinarios Thierry Lhermitte –poco aprovechado en otras ocasiones- y Niels Arestrup –ha ganado el Cesar con este trabajo- y al mejor nivel todos los demás; al servicio, como dice el mismo Tavernier, de una historia que revela en tono de comedia la cara oculta de la política, la que nunca sale en los medios. Oculta, añado, pero más verdadera y profunda que la que conocemos.
Feb 25, 2021 0
Feb 10, 2021 0
Abr 07, 2013 0
Dic 27, 2020 0
Dani Arrébola, director de Apetece Cine, charla con Aitor...Dic 27, 2020 0
¡Sí! Tal y como lo leéis: El Presidente saliente Donald...Dic 07, 2020 0
Por Pau Sauri Soriano Walter Proska, El desertor Dirigida...Nov 29, 2020 0
Por Dani Arrébola Lo que son las cosas. Escondido,...Nov 13, 2020 0
Por Dani Arrébola Charlamos con Laura Rubirola...