Jul 09, 2013 Dani Arrébola Series APTC 0
Por Dani Arrébola
Desde Apetece Cine rescatamos la serie británica de ciencia-ficción más longeva de la historia. Rusell T.Davies (Queer as folk; Torchwood) se propuso en 2005 recuperar la versión clásica de Doctor Who, serie de culto donde las haya con capítulos de 45 minutos de duración y producida por la prestigiosa BBC. Actualmente la serie acaba de finalizar su séptima temporada y en otoño de 2013 estrenará la octava. Las estadísticas nos dicen que en la mayoría de los casos el público suele quedarse desencantado de estas secuelas con perfume modernista pero la versión moderna de Doctor Who no sólo supone una excepción a esta mayoría sino que mejora su producto clásico emitido desde 1963 y hasta 1989.
El truco del éxito como se suele decir no acostumbra responder a un patrón fijo sino más bien a una suma de ingredientes pre-cocinados y metódicamente pensados con tal de complacer el entretenimiento del espectador. Rusell T.Davies mezcla y sacude en su mente estos ingredientes como una preciada batidora al servicio del consumidor cuán alumno aventajado y pícaro en clase capaz de seducir con su retórica demagoga e inteligente al profesor. El primero de esos ingredientes lo encontramos en la conservación de «todo lo bueno» que ya enganchaba en la versión clásica de Doctor Who: un protagonista archi-carismático en todas y cada una de sus regeneraciones con una jerga exclusiva e intelecto por las nubes (David Tennant, Matt Smith,etc); un segundo protagonista inanimado y que todos hemos soñado alguna vez con poseer: la máquina del espacio-tiempo de nombre TARDIS y con la particularidad de tener una ingenua forma de cabina de policía más grande por dentro que por fuera; una pareja de baile femenina y casi siempre de muy buen ver (Billie Piper, Freema Agyeman, Karen Gillan, etc) con tal de cumplir el papel de «companion» en las aventuras del doctor constituyéndose como chicas-balanza para equilibrar el enarbolado temperamento del mismo; unos enemigos malvados… ¡Malvadísimos! como los cybermens, humanos reconvertidos en robots sin alma o los famosos daleks criaturas alienígenas babosas con forma de tanques metálicos erigiéndose como los enemigos sempiternos del Doctor.
A todos estos elementos «whovianos» (que es como se conoce el gentilicio de la iconografía de esta serie), le hemos de sumar uno más que acompaña de forma perenne al Doctor: el láser supersónico con forma de tubo que el protagonista porta en su bolsillo y que le sirve en cada capítulo para desenredar toda maraña de obstáculos interpuesta en cada una de sus metas con bandera heroica. Si en algún Carnaval a alguien le da un subidón de llamémosle «nostalgia dimensional» y decide disfrazarse de este personal Doctor Who ha de saber que, además de incluir en su vestimenta el láser mencionado lo ha de hacer envuelto en una gabardina beige de corte clásico con pajarita o corbata rojiza a gustos, muy a la inglesa, vamos.
De bien es sabido que los actores británicos suelen ser los mejores del mundo y si bien en Doctor Who tampoco vemos una exhibición coral sí que destacan individualidades perfectas en sus roles. Es el caso de David Tennant (temporadas 2,3 y 4), en mi opinión el mejor Doctor de los 3 que hasta el momento presenta esta versión moderna de la serie, capaz de convencer al público no sólo con el humor y gags más estrambóticos sino que además sacando más de una lágrima en los momentos más sensiblones de aquellos capítulos de alto drama. Eccleston (temp.1) y Smith (temp. 5,6 y 7) rallan a un buen nivel pero siempre un escalón por debajo de Tenannt con sus particulares formas de ver, pensar y solucionar los problemones que plantea la serie.
Del resto de la retahíla de intérpretes cabe destacar el trabajo de la pareja Karen Gillan–Arthur Darvill en sus papeles de Amy Pond y Rory Williams acompañantes del doctor en las últimas temporadas de la trama. Ambos logran dibujar una savia nueva de expresiones y sentimientos que la serie pide a gritos cuando ya aborrece ver a los «mismos de siempre». Dentro de ese cambio higiénico del elenco también es justo mencionar el buen hacer y nivel que otorga al argumento (siempre en suspense) la enigmática doctora River Song interpretada por Alex Kingston, la cual aparece por vez primera en el 4×08 («Silencio en la biblioteca») de la serie.
No obstante, Doctor Who no es perfecta y presenta puntos débiles para las mentes más exigentes. Es el caso del abuso excesivo por parte de los guionistas de «conceder» a los enemigos las mismas armas de siempre: el control inducido a sus víctimas, la violencia o los asesinatos (es una serie con muchas muertes aunque a priori no lo parezca). Estas semejantes respuestas asignan a la serie un tufillo previsible el cual se come poco a poco el «efecto sorpresa» que todo buen tejido argumental necesita. De todas maneras, si uno deja volar la imaginación libre de peajes racionales, Doctor Who le parecerá una delicia, seguramente de lo mejor que puede consumir en tiempos donde la tangibilidad de la más soporífera realidad nos cierra a todos nuestra mejor arma: la ilusión.
Para finalizar y dejar el gusanillo a todos aquellos que aún no se hayan atrevido con esta serie, recomiendo muy mucho el capítulo 3×09 Blink o en nuestro idioma Parpadeo (con ficha propia en FilmAffinity). Para consumir esta pieza no es imprescindible haber seguido los capítulos precedentes de la trama ya que este capítulo escrito por el genio de Steven Moffat supone un pedazo independiente en medio de la serie. Considerado como el mejor capítulo de la serie (y una de las mejores piezas audiovisuales jamás escritas para televisión) el episodio cuenta con la excelente interpretación de la por entonces desconocida Carey Mulligan, quedando el Doctor relegado en el protagonismo de forma excepcional . «Parpadeo» introduce unas criaturas malignas llamadas «los ángeles llorones» capaces de helar la sangre a la vez que probarán la salud cardióloga de cada espectador tras los vuelcos (asegurados) que todos damos en cada butaca . Si los ves cara a cara son estatuas inmóviles, pero si pestañeas, giras la cabeza o los pierdes de vista durante un segundo te matarán directamente y de una forma especial pero demasiado cruel… llevándote por y para siempre al pasado…
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