Ene 13, 2013 Dani Arrébola Críticas 0
Ya se ha ido la tan esperada Navidad. Este año, algunos hemos echado de menos la llamada de Edu para desearnos unas felices fiestas, pero tranquilos, El hobbit: un viaje inesperado llegó a las salas y sus casi 3 horas de duración dieron para eso y mucho más. Hace ya más de una década que se estrenó la tercera parte de la exitosa saga El señor de los anillos. Tras recibir varios Oscars por esta última película, el director Peter Jackson juró no volver a entrometerse en el mundo de Tolkien. Sin embargo, tras una larga reflexión, seguramente acompañada por una lluvia incesable de dinero, Jackson ha vuelto, para sorprendernos una vez más, a su tierra prometida, la Tierra Media.
Vuelven las aventuras, o mejor dicho, empiezan, ya que se trata de la precuela de El señor de los anillos. Así pues, nos adentramos en la imaginación de Tolkien para conocer la historia del hobbit Bilbo Bolsón, el tío de Frodo. Acompañado por Gandalf y 13 enanos, Bilbo emprende un viaje con la finalidad de recuperar el tesoro de los enanos. Durante esta marcha, encontrará el anillo único, causante de las batallas en la Tierra Media, de las cuales ya hemos sido testigos.
La principal innovación con respecto a las anteriores películas es tecnológica. Estamos hablando del High Frame Rate (HFR). Son los famosos 48 fotogramas por segundo. Para aquellos que no estemos muy familiarizados con este lenguaje, se trata del doble de imágenes capturadas en pantalla. Tengo que decir que a veces peca de ser una película donde todo parece digital y, además, cuesta que nuestra visión se acostumbre. Aun así, esta nueva introducción al cine, acompañada del 3D, convierte al espectador en un personaje más, que como si llevase el mismísimo anillo, logra pasearse por la pantalla sin ser visto. Bryan Singer, director de películas como Xmen, quedó maravillado con esta innovación, encontrándose él mismo en La Comarca.
Todo esto de la tecnología está muy bien pero la verdadera magia de la película no se encuentra aquí ni en la vara de Gandalf, sino en la maravillosa interpretación de Martin Freeman, que encarna a Bilbo, y la de Andy Serkis, el carismático Gollum. La química que ambos desprenden en las escenas que comparten es el punto álgido del filme, sin duda alguna. Es el momento ansiado, Bilbo encuentra el anillo haciendo nacer así, en la mente de Gollum, la desesperación y locura más profunda. Además, Jackson nos regala momentos entrañables con la aparición de personajes que nos son muy familiares.
Sin embargo no todo es maravilloso. Aquellos que hayáis leído el libro encontraréis demasiados añadidos, y los que no lo hayáis leído, también. Toda la historia se podría explicar en 3 horas pero, atención, Jackson quiere volver a encandilarnos con una trilogía. Ya lo hizo con El señor de los anillos, le salió bien y ahora quiere repetir hazaña. Pero 9 horas para explicar un libro que no llega a las 300 páginas, es demasiado, y ya se sabe, dicen que de donde no hay no se puede sacar. Puede que el público se canse, aunque, para aquellos que desean volver a La Comarca o a Rivendel y explorar los nuevos paisajes del universo creado por Tolkien les va a saber a poco. Así que cada uno decidirá si está dispuesto a seguir esta nueva trilogía como yo o, si por lo contrario, prefiere dedicar este tiempo a otras actividades post-navideñas.
Puntuación Ránking Apetece Cine: 7,0
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