Mar 14, 2016 Dani Arrébola Críticas 1
Por Dani Arrébola
En el pregón de Proverzo, Andreu y Berto ¡HOT HOT HOT! and Laughs Laughs Laughs…
Buenafuente y Berto. Sí, sí. Andreu Buenafuente y Berto Romero nos dan El pregón del pueblo de Proverzo bajo la batuta artística del joven cineasta Dani de la Orden y, de propina, también dan lo esperado: multiorgasmos de humor por los 90 minutos de metraje. Bueno, realmente no son Andreu y Berto claro está, sino dos hermanos que conforman el exitoso dúo musical Super Galactic…o conformaban.
Porque bajo la piel de los personajes que dan vida al guión de David Serrano y Diego San José, viven o, mejor dicho, sobreviven, Juan Osorio (Buenafuente) y Ricardo/Richy Osorio (Berto). Ambos pasan por un mal momento: arruinados, el primero no es capaz de aceptar que no tiene un duro para costearle la ortodoncia a su hijo y presumir así ante su ex-esposa, y el segundo se niega a reconocer que la época dorada de Super Galactic ya pasó a mejor vida y que, como solista, Ricardo-Richy o Ricki no es capaz de llenar y animar ni siquiera comedores del Imserso. Pero todo cambiará cuando el alcalde del pueblo natal de los Super Galactic (un resucitado Jorge Sanz) les llame para proponerles un regreso y dar el pregón de Proverzo…aparentemente sin condición alguna y aparentemente cobrando un buen tajo: 10.000 euros.
Mas la única condición exigida por y para el espectador la cumple con creces este pregón: la risa encadenada y transitada a través de una pareja masculina con una química estratosférica. Nutridos del show del entretainment televisivo, de la Orden exprime la potente fruta con alguna que otra limitación pero, al fin y al cabo, la exprime con maña e inteligencia para el deleite de un público que, sellado en su butaca, agradecerá una fuerte sesión de risoterapia en un cuerpo tensado semana tras semana y sin gobierno tras sin gobierno. Y por la rendija de estos gags que combinan con habilidad lo urbanita con lo pueblerino, el vértigo metropolitano con la costumbre silvestre, se cuela incluso cierto hálito afectivo entre dos hermanos que nos recuerdan que es igual de importante descojonarse que abrazarse.
El pregón puede ser una genial opción dirigida a aquellos que se acuesten demasiado tarde para disfrutar del late-show de los comunicadores humorísticos de la década y troncharse así con las ocurrencias de un film sin complejos, eficaz y eficiente. También, por qué no, puede ser el impulso definitivo de un joven director catalán que, con algo de suerte, podría emerger como otro de nuestros talentos del séptimo arte (que ya van unos cuantos). E, incluso, El Pregón será para algunos de sus más acérrimos fans, un rencuentro nostálgico pero desenfrenado con ese actor que parece perdimos pero que sigue más vivo que ninguno: Jorge Sanz.
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Los nuestros son tiempos de muchas ocurrencias y poco...
Tiene una pinta estupenda y yo estoy deseando de verla, me parto tanto con Berto como con Buenafuente y al ver a Berto de nuevo en un entorno rural es inevitable pensar que volvemos una vez más a los 8 apellidos, en esta ocasión «rurales» donde la pareja de cómicos seguro que dan bastante juego con los clichés que se puedan dar de si un pueblecito perdido en el monte.