Ene 18, 2019 Dani Arrébola Críticas 0
Por Dani Arrébola
Yes Girls! I can Boogie, Boogie Boogie…
Cualquier espectador debería dar siempre una pionera y mínima oportunidad a un título que por mucho que suene a inocentón lleva en sus entrañas mucha más filosofía de la que podríamos sospechar. En efecto, esa Gente que viene y bah podrían ser aquellas tortugas de Mario Bros que necesitamos sortear hábilmente para mantenernos con vida pero que, por aquellas extrañas razones del comportamiento humano, nos empeñamos en pillarles un cariño irremediable. Y claro está… nos van arruinando nuestra vida a la par que la hacen más emocionante. La cineasta Patricia Font se estrena en el largometraje adaptando la novela de Laura Norton, a ritmo de las Baccara y coordinando a una coralidad de actrices (y algún que otro actor) que vienen con una resucitada matriarca de las que por sí solas justifican el precio de la entrada: por supuesto, ella es Carmen Maura.
Y la chicha narrativa nos centra el eje en Bea, (Clara Lago), una jovencísima arquitecta a la que la vida le va viento en popa… hasta que aparece la presentadora más famosa y guapa de la tv y le pone los cuernos con su novio. Tal descenso a los infiernos obligará a Bea a dejar el trabajo y rehacer su vida en su apartado y bonito pueblo natal. Allí tratarán de reactivarla todos los miembros de su extrovertida familia: una madre happyflower (Carmen Maura), una hermana alcaldesa del pueblo (Alexandra Jiménez), otra hermana que esconde un gran secreto con su bebé en brazos (Paula Malia) y un hermano gay (Carlos Cuevas), Pero el que de verdad reactivará a nuestra protagonista no será otro que el ricachón del pueblo: un sensible guaperas que recientemente ha enviudado (Álex García) y que tiene en mente un proyecto más que ilusionante para Bea…
Es cierto que en este boogie boogie familiar el camino trazado se presenta más que previsible para un espectador que se irá oliendo más pronto que tarde el resultado final. Sin embargo sería un juicio demasiado brusco quedarse tan solo en ese camino general y no atender a los varios vericuetos y ramajes (en este caso unos ramajes bien ecológicos) que sí aportan una dosis de oxígeno y frescura más que suficiente como para ver la película con una sonrisa en la cara. Si a todo ello le sumas el siempre seguro de vida y regalo que brinda nuestra musa de la Transición, Carmen Maura, el producto final no puede ser, ni mucho menos, algo desechable. La importancia del apoyo familiar en toda su envergadura, la sensibilidad creativa, la filosofía maternal y la relativización de los problemas son teclas bien pulsadas en este cuadro con guiños berlanguianos (por favor, salvando todas las distancias del mundo, pero ya se me entiende).
Gente que viene y bah no se colará en ningún top anual a final de temporada pero su oferta no miente en absoluto a la hora de destensar los músculos de un espectador con déficit de calor , ligereza y sonrisas en esta dura cuesta de enero. Si necesitas ese Kit Kat y, para los más mayores, cierto chute de nostalgia a ritmo de las Baccara, te valdrá mucho la pena pasar por taquilla y resguardarte en esta sala durante una hora y cuarenta minutos.
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