Sep 06, 2012 Dani Arrébola Héroes de Cine 0
Por Dani Arrébola
En cierta entrevista se le preguntó a John Ford: -¿Qué es para usted el cine? A lo que el ganador de 4 Oscars respondió: -¿Usted ha visto caminar a Henry Fonda? Pues eso es el cine.
Así de grande y así de simple. Seguramente el pensamiento de Ford sea así, sublime pero sencillo. De respuestas tan estériles como magníficas. La cuestión es que si le hubiéramos hecho la misma pregunta a Henry Fonda y a una gran cantidad de cinéfilos y cineastas muchos de ellos nos hubieran respondido: -«El cine es trabajar con John Ford, vivirlo, sentirlo y sentarse a ver sus películas».
Este monstruo de la naturaleza cinematográfica dejó una profunda huella en el celuloide. Podemos reconocer una película de Ford por sus siempre bellos paisajes, planos largos y abiertos muy útiles, destinados a la verdadera gran pantalla. Un genio que puso su corazón en el cine y el cine le respondió dándole fuerzas para trabajar durante siete décadas. Y es que en efecto, en cada escena rodada por John Ford se advierte su amor por la magia del oficio de creer y crear en la magia del cine.
John Martin «Jack» Feeney que era su nombre real, aunque él mismo precisaba la traducción de su nombre al gaélico Sean Aloysius O’Fearna nació en Maine el primero de Febrero de 1894. Fue el hijo número 13 de una pareja de inmigrantes irlandeses. Y es en 1913 donde encuentra en su hermano Francis Ford, director y guionista en la Universal Studio, la vía de llegada al cine trasladándose a Hollywood con tal de ayudarle. Pronto nuestro protagonista adquiriría el pseudónimo de John Ford. 1917 es una fecha importante en su carrera profesional, tras numerosos trabajos como ayudante de dirección en la Universal Studios, le llega la oportunidad de dirigir sus propias películas, de empezar a ser por tanto el Ford artesano que ha dejado huella. La década de los 20 es la primera gran década de esplendor del cine mudo de westerns, y Ford hace muy buenas migas con el que está considerado el primer héroe del oeste americano, el mítico Harry Carey, trabajando ambos en una gran cantidad de filmes. Los productores de la Fox empiezan a fijarse en él y son cada vez más los coloquios en los que se elogia al bueno de Ford, demostraba maneras en sus rodajes y tenía esa chispa indispensable para triunfar.
Y llega en 1924 El caballo de hierro, su primer éxito importante y su primer largometraje que podemos considerar como serio. Un año antes la máxima competencia de la productora Fox, Paramount Pictures había cosechado gran éxito lanzando a la gran pantalla The covered Wagon. La respuesta de la Fox no podía hacerse esperar, y el jefe, William Fox, en un claro gesto de ambición, le pidió a su mejor trabajador que no era otro que Ford, hacer una película lo más épica posible en torno a la América del ferrocarril, concretamente a la recreación de las redes ferroviarias de la Union y America Pacific . El resultado fue un éxito rotundo en recaudación y la explosión definitiva de aquél que estaría llamado a tener un sitio en el Olimpo de los cineastas.
Llegaron los años 30 y con ellos el cine sonoro, y también con ellos el primer Oscar para John Ford. El premio de la Academia fue a parar a sus manos por una obra no tan conocida por el amplio público, El Delator. Sin embargo, este incansable cineasta no conseguiría la estatuilla a la mejor dirección cuatro años más tarde por crear una de las mayores obras maestras de la historia del cine: un western inolvidable en el que se derrama nostalgia y aventura por toda la pantalla mientras vemos a un tipo llamado John Wayne en una de sus primeras conquistas a una dama, Claire Trevor, y en el que podemos disfrutar del personaje estelar de médico alcohólico de Thomas Mitchell el cual sí levantó su estatuilla. Esta película es La Diligencia lógicamente. Una película perfecta en muchos sentidos que sólo John Ford era capaz de grabar. Suele pasar en los Oscars, que las grandes obras maestras se vayan casi de vacío de la ceremonia, pese a que en aquel año, 1939, la competencia era espectacular: a la mega-súperproducción invulnerable Lo que el Viento se llevó había que sumarle El Mago de Oz, Caballero sin Espada, Bienvenido Mr Chips y Cumbres Borrascosas.
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