Oct 17, 2014 Dani Arrébola Críticas 0
Por Dani Arrébola
Cuando la jungla se llama cuerpo humano
De Juan Barrero sabíamos hasta este momento bien poco, por no decir nada. Siguiendo lo que dispara en su biografía el siempre fiable portal Filmin, advertimos que Barrero ha sido alumno de un tal Victor Erice y de un tal Juan Antonio Bardem, que se dice pronto. También descubrimos al ahondar en su trayectoria una producción mucho más fructífera de la que podríamos sospechar: el realizador sevillano además de dirigir, escribir y montar documentales para TV3, National Geographic y Al Jazeera, posee en su cosecha artesanal dos dignísimas obras centradas en la temática de la Guerra Civil Española: el cortometraje 1939 (2003) y la primera de las seis historias insertadas en el documental que lleva por título Entre el dictador y yo (2006). Con el estreno de La Jungla Interior, distribuida por Cine Binario y producida por Luis Miñarro, Barrero lanza su bala en la ruleta rusa de la cartelera sin pretensiones, pero con abundante ambición, la apuesta más arriesgada y personal que hasta ahora haya salido de sus manos, tanto con la pluma como con la cámara.
Lo que nos cuenta en imágenes es sencillo en su forma, pero profundamente simbólico en su esencia. Una voz en off nos transporta de inmediato al corazón más profundo de una jungla perdida en el Pacífico. Desde allí, el propio Juan buscará la extraña relación revelada ante Darwin y que sitúa a una orquídea como inseminizadora de un mosquito incapaz de volar. Mediante este hilo conductor, Juan filmará -siempre desde su propia óptica subjetiva- a su mujer Gala Pérez, una violinista en paro que visita la casa donde su pareja pasó su infancia. A través de este paralelismo, cada imagen se sucederá en el espectador con vida propia, con simbolismo, con misterio, incluso con perturbación, a medida que los deseos futuros entre Gala y Juan de crear una familia, choquen de forma inevitable.
Hemos de reiterarlo: estamos ante una apuesta tan personal como extraña. Ahora bien, lo curioso emerge cuando esa extrañeza, mediante una sutilidad encomiable, se va transformando en una auténtica lección de comprensión que el espectador va asimilando plano a plano. Tras esa capa de imágenes experimentales, Barrero te contará muchas cosas, entre otras: el milagro de la vida y la recuperación sensorial y funcional de nuestro olvidado y bello cuerpo inherente en nuestro propio espacio vital. Es decir, nos propone un viaje por nuestra propia jungla interior tan irreconocible y oculta con el paso inmóvil de las contemporáneas civilizaciones. En este sentido, nunca una casa abandonada con un sótano muerto y desolado expresa tantos entes vitales y respuestas.
Si te conquista o no el corazón y tu cuerpo en sus setenta y cinco minutos de metraje, ya sería otro debate. Pero lo innegable en este trabajo de Barrero es que cualquiera saldrá de la sala con la sensación de no sólo no haber perdido el tiempo sino, de haberlo ganado. Este prometedor realizador renacenista, te anima a comprobar y probar, que otras formas de transmitir y leer el lenguaje audiovisual, son posibles e igual de fructíferas que las de la abundante masa «establishment».
Y probablemente termines descubriendo que aquello aparentemente irrisorio, no es más que purificador y que aquello otro que parece un arrebato de carácter moderno y sui generis, puede ser por sí mismo la mejor escuela del sentido del ingenio. Si al fin te has decidido a huir de los convencionalismos fatigosos en cartelera, La Jungla Interior es tu película donde apuntar tu diana, en este primer tercio de otoño.
Puntuación Ránking Apetece Cine: 5,7
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