Ago 24, 2018 Dani Arrébola Críticas 0
Por Samuel Fonfría
La primera y, ojalá, última purga
Mucho tiempo ha pasado desde que se estrenó la singular The Purge: La noche de las bestias, un filme fresco que despertó el interés de mucha gente. A partir de este momento nacía una saga peculiar que no aportaba nada especial a la gran pantalla. Solo un conflicto morboso que suponía ver como el ser humano se comportaría si le dejasen actuar a su libre albedrío, sin normas ni ley alguna. Año tras año se han ido estrenando nuevas entregas que desgranaban la trama presentada en la primera película. Semanas atrás se estrenaba La primera purga: la noche de las bestias, dirigida por Gerard McMurray, una nueva parte sobre The Purge. En esta ocasión seremos participes del inicio de todo. Los Nuevos Padres Fundadores de América instauraron la primera purga en Staten Island, un condado de Nueva York, como un pequeño experimento social y que desembocaría en una práctica despiadada que se repetiría todos los años a nivel nacional.
Antes de que comience la proyección del filme, las expectativas son realmente bajas, aunque siempre persiste en el interior un resquicio por el cual asoma un leve ápice de esperanza. Al terminar la película se produce un choque frontal entre sensaciones. El entretenimiento está servido y hace que la duración del metraje sea imperceptible. Aunque, si te dispones a mirar detrás de la cortinilla del regocijo es fácil apreciar la incongruencia a partir de la cual está formada esta cinta.
La cuarta parte de The Purge suponía la gran oportunidad para sentar, de una vez por todas, las bases de esta saga. Dar sentido al por qué de todo lo sucedido en las entregas anteriores. Pero pocas cosas se explican con solidez para dar una base clara al conflicto principal. James DeMonaco (guionista principal de las cuatro películas) quiere dejar atrás la violencia y centrarse en el conflicto político y social que supone celebrar una Purga anual y que los Nuevos Padres Fundadores de América gobiernen el país. Intenta crear una historia que no se rija por el sensacionalismo y el sucio espectáculo, aunque no lo consigue, a decir verdad, se queda a años luz de ello. Las limitaciones de DeMonaco como guionista están muy presentes durante todos los minutos del metraje y al final termina creando un telefilm sobre héroes de barrio. No sabe crear personajes interactivos, perseguidores de un objetivo claro o capaces de poseer cierta sensibilidad frente a sus problemas. Hollywood sigue ensimismado en agrandar su tejido de películas que traten el problema racial que existe en EEUU (y todo el mundo) con el pueblo afroamericano, pero con este filme se equivoca y solo usa esta ventana de explotación para alcanzar su objetivo principal: el gran beneficio económico.
La Primera Purga: La noche de las bestias empeora esta curiosa serie de películas desechando la propia credibilidad que poseía la saga pero que funcionaba bien como una producción de entretenimiento que no pretendía ser nada más. En esta ocasión han querido crear una historia que parezca ser seria y quiera tratar algo serio, pero, al final la realidad siempre sale a la luz y descubre a los mentirosos. Y, por suerte, los mentirosos no son del agrado de nadie.
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