Jun 25, 2015 Dani Arrébola Críticas 0
Por Dani Arrébola
Más compleja y con las mismas virtudes nórdicas que su predecesora
Del director danés Mikkel Norgaard nos referimos pocos días atrás en el calendario en el momento de escribir estas líneas, con motivo del estreno en cines de la hermana mayor que precedía a esta Profanación, y cuya crítica y contexto de la misma -y para no repetirnos más que un Petit Suisse de fabada- enlazamos clickando sobre su título: Misericordia.
Profanación es la segunda novela de la saga de los enterrados y resucitados casos del Departamento Q, escrita por Jussi Adler-Olsen. Con el respeto ganado tras resolver un caso de estado que se daba por cerrado, el detective Carl Morck (Nikolaj Lie Kaas) y su socio sirio Assad (Fares Fares), continúan trabajando en el ya famoso departamento de la Policía de Copenhague, encargados de volver a investigar casos archivados. Pronto descubrirán en uno de estos casos pruebas evidentes por abrirlo de nuevo: el brutal asesinato de dos jóvenes gemelas en una casa estival fue cerrado oficialmente por la confesión de un personaje secundario del pueblo…pero las sospechas siempre estuvieron sobre un grupo de estudiantes de alta alcurnia.
Este segundo caso es más complejo, más reflexivo y del todo más sutil que el primero, pero sigue sin perder ni un sólo gramo del entretenimiento logrado en Misericordia. Quizá incluso esta extensión gana holgura en interés y narrativa. Norgaard vuelve a ir al grano, disparando la trama como todo un pistoletazo lleno de pólvora nórdica, de frialdad y diligencia danesa pero también una bala de argumento llena de toda una carga emocional por parte del obcecado detective protagonista, que, todo sea dicho, cuesta de encontrar en la retahíla de filmes detectivescos similares. Es dentro de ese mapa lleno de tela diáfana y grisácea perteneciente a «las maneras del norte», donde la película nos acerca la victoria de lo empecinado a través de un alma solitaria y fracasada, cuya única lucha y colocón rutinario es la de «ayudar» a la gente olvidada y martirizada por su pasado.
Nikolaj Lie Kaas es ese actor en cuyo rostro podemos leer que le han ocurrido varias putadas en la vida, pero también un rostro lleno de credibilidad en su empeño por llegar hasta el final, en su orgullo por enfundarse la medalla inexistente por la virtud de la paciencia y tenacidad y en su silenciosa victoria en un mundo donde las victorias están reservadas para otros héroes más rugientes y negligentes. También está creíble y correcto su socio, el actor de origen libio Fares Fares y encargado de pisarle a su compañero el pedal del freno cuando éste pisa demasiado el acelerador acercándose a la obsesión psicótica más que a la resolución profesional de un caso.
Profanación (Los casos del Departamento Q), sigue la buena estela de su predecesora Misericordia, incluso la mejora añadiéndole algo más de chispa y laberinto temporal a su trama. Un buen ejemplo de cómo la más pura evidencia explícita en el plasma, puede también mantenerte sellado a la pantalla durante dos horas. Una opción perfecta con la que alimentarse para los amantes del género y no tan amantes…
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