Abr 30, 2013 Dani Arrébola Series APTC 0
Por Xavi Bruguera
Revolution es una serie nacida de las manos de Eric Kripke y producida por los aclamados J.J Abrams y Bryan Burk, partícipes de Alias, Lost, Fringe o The Office, entre otros éxitos de los escritores, productores y creadores americanos. Un proyecto, más que ambicioso, lo catalogaría de osado e intrépido, ya que después del desastre provocado tras la cancelación de Alcatraz, muchos escépticos creyeron que tras el pernicioso ambiente que se respira en estos tiempos de recesión, en los que los números mandan y los libros de cuentas deben cuadrar por encima del elenco interpretativo o la firma productora, Revolution sería la enésima carnada para echar a los buitres. Un baúl en los que cada vez más series quedan en el recuerdo o, más pesaroso aún, en meras anécdotas televisivas.
No hay que darle más vueltas, las audiencias mandan.
Hay que reconocer que Revolution iba camino de caer presa, en la celda más oscura y recóndita del vasto «Alcatraz» de las series perdidas. Superproducciones que nunca más volverían a ver la luz del sol, ancladas para siempre en el ostracismo y el olvido permanente. Sus primeros compases no superaron las expectativas generadas por unos teasers muy apetitosos y suculentos en los cuales se nos mostraba una historia insuperable, con más gancho que nunca. Pónganse cómodos y lean atentos:
Un fénomeno aparentemente paranormal deja el mundo actual sin electricidad. No funciona ni la luz, ni los ordenadores, ni los coches, ni los móviles… Un apagón que sorprende al planeta entero, excepto a unos pocos individuos, que parecen saber o intuir lo que se le viene encima a la orbe terráquea.
15 años después del «Blackout», los gobiernos cayeron y consigo, trajeron la instauración de Repúblicas, con sus pertinentes cuerpos armados, en este caso, las Milicias. En Revolution, la mayor parte de la trama sucede en la República Monroe, ubicada en el antiguo flanco nor-oriental de los resquebrajados Estados Unidos. Illinois, Indiana, Kentucky, Massachusetts, Michigan, Nueva Jersey, Nueva York, Ohio, Pensilvania y Wisconsin, son sólo una porción del proyecto expansionista de Sebastian «Bass» Monroe, el lider autoritario de la República que impone las leyes a destajo y aniquila con determinación, gracias a su brazo ejecutor, el general Tom Neville (Giancarlo Esposito), a todo aquel que no cumpla con la agenda o se rebele ante el Régimen.
En el bando neutral, Ben Matheson y sus misteriosos flashbacks le delatan como sabedor de tal perjudicial y paranormal artimaña . Una pequeña aldea situada a las afueras, es la cuna de los principales protagonistas de Revolution. Los hermanos Charlotte «Charlie» y Danny Matheson, hijos del prematuramente difunto Ben, comparten su nuevo día a día con su madrina, Maggie y con el inseparable amigo de la família, Aaron Pittman, ex directivo de la empresa Google. Una muerte, la de Ben, y, sobre todo, movidos por el secuestro del jóven Danny, que empuja a Charlie, Maggie y Aaron en una difícil y árdua campaña tras el pequeño de los Matheson.
Aquí empieza el calvario de Revolution. Un extraño colgante que Ben entrega a su amigo Aaron antes de morir, y unas palabras dedicadas a su hija Charlie, quien deberá ir tras las pistas de su tío Miles, un ex integrante de la Milicia que desterró despues de muchos años como comandante oficial. Un Miles Matheson que deberá decidir si unirse a una interminable expedición, repleta de caminatas insufribles, peleas inexplicables, y más caminatas y… peleas. Un guión que, a priori, parecía deshacerse como un cubito al sol, y que hizo abandonar el barco a muchos de sus primerizos seguidores antes de tiempo. Una trama que prometía el oro y el moro con sus espectaculares trailers, pero que se quedaba en eso, en meras expectativas que capítulo tras capítulo sacaba de quicio al impaciente y decepcionado espectador.
A todo este panorama desalentador, le sumamos la inusitada manía que suscitó el personaje de Charlie, según foreros, comentaristas y espectadores, un personaje demasiado forzado, dotado de un exceso de heroicidad e histrionismo por parte de una bella y jóven aldeana que, de la noche a la mañana, pasó de recoger patatas y bayas a disparar con sorprendente precisión con su ballesta a cualquier individuo que quisiera acabar con alguno de los suyos. Un personaje que tampoco terminaba de cuajar con sus excéntricos acompañantes:
Las caminatas de Charlie y compañía fueron más extenuantes para los espectadores que para los propios personajes.
Maggie, la cual no encajó nunca en la foto familiar truncada de los Matheson (Rachel Matheson, madre de Danny e Charlie, les abandonó cuando eran unos críos); Miles Matheson, el aún más extraño intérprete que se dedica a cargarse a todo aquel que se cruza en su camino con la única ayuda de su espada. Sus enemigos, pero, van con armas de fuego y son multitud. No pasa nada. Miles parece tener poderes sobrenaturales y termina con ellos con su estoque del medievo… El único que se salva de la quema en este primer tramo de serie, es Aaron Pitman (Zac Orth) el ejecutivo de Google del que todo el mundo espera, logre descodificar el apagón y devolver la electricidad a un mundo dominado por el egoísmo y la desesperación de sus habitantes.
El Personaje de Charlie generó altos niveles de animadversión entre el público de Revolution
Tras el desastroso comienzo de Revolution, hubo un parón en la serie. Un parón que se interpretó como un periódo de letargo en el que director, productores y guionistas debían decidir como resolver el lío en el que se habían metido. Tras largas negociaciones con la NBC, lograron continuar la serie con 10 capítulos más para dar un vuelco total a Revolution. Un giro copernicano más que necesario en los altos hornos de la producción de JJ y su equipo. Se acabaron las largas caminatas que no llevaban a ningun sitio, las escenas de acción tomaron sentido y hueco en el contexto de la historia, y empezamos a ver y descubrir los porqués del apagón.Un volantazo muy encomiable, pues era caja o faja para Kripke y compañía.
Una segunda parte que trajo consigo y hasta la fecha, 4 nuevos capítulos de 20 que ha firmado la productora con la cadena norteamericana para la primera temporada de Revolution. Un equilibrio conseguido con la consolidación de personajes tan discutidos como los de Charlie y Miles, y que se ven aupados por nuevas y sorprendentes caras, que ayudan a JJ, Burk y Kripke a salir del oscuro túnel en el que andaban atrapados.
Con el teaser de Revolution en pantalla, en la NBC ya se frotaban las manos. Miles de visitas y muchos comentarios de anhelo e imapciencia ante una serie que iba a ser la nueva Lost. Alto. Primer error. Más allá de la realidad, no hay ni creemos que haya, una serie capaz de igualar o superar el fenómeno Lost. Habrá series peores o parecidas, pero el genuino producto de Abrams y Lindelof nunca debe ser perturbado. Me explico: Una de las mejores series de la historia no debe ser nunca comparada a cualquier otra. Igual que no comparamos Los Soprano con The Wire, contrastadas con el decoro y la sutileza suficiente, como para dejar que tengan ambas, la categoría de ser dos de las mejores series de la historia de la televisión, por poner un ejemplo. Todas las series tienen una esencia y , obviamente, referentes y amplitud de miras libres en donde fijarse, pero nunca, hay que paranongar entre ellas, pues hay que juzgarlas en su pureza y originalidad.
El espectador es un ser vehemente y, Revolution, le ha dado más de un motivo para impacientarse. Las largas y extenuantes caminatas, con pequeñas dosis de flashbacks poco o nada claros, no ayudaron a los ya bastante nerviosos concurrentes de la serie. Quizá, se podría haber ahondado algo más en el apagón y no dar tantas pistas en la primera decena de capítulos para lograr captar la atención y mantener en vilo y avidez al público. Previsibilidad y fatiga argumental.
No hay mucho que añadir. Dos personajes llevados al límite de su ser, no lograron congeniar con el espectador en los primeros compases de la serie. El afán heroico de Charlie y el detestable Miles Matheson y sus aires de tipo duro, mezclados a su condición de Dios, colmaron el vaso de una trama inconexa y totalmente perdida en sus inicios.
El atasco de fatalidades de Revolution, fue meticulosamente arreglado por los dueños del desaguisado. Kripke y Abrams lograron despojarse de críticas y prejuicios y lograron reconstruir un escenario totalmente destruido (Igual o más apocalíptico que su mundo tras el apagón) . A partir del capitulo 10 y su consiguiente parón, hubo tiempo para la reflexión y, ya que estamos con dichos, dicen que el tiempo sana las heridas y con Revolution, así ha sucedido. Un golpe de timón en la historia, que trae consigo agilidad para resolver escenas de acción, coherencia y cohesión con lo que realmente es el sino de la historia, el apagón; y, sobre todo, lo que todo seguidor aplaude, es sin duda, la evolución de los anteriormente señalados, Miles y Charlie, con una caracterización más trabajada y madura de ambos en la que destaca la sazón de la inocente Charlotte Matheson.
En definitiva, una segunda oportunidad que certifica su merecimiento para una serie, que de no ser por la paciencia y la confianza depositada sobre Kripke, Bryan Burk y J.J. Abrams, hubiera caído presa en la más oscura celda del Alcatraz de las series. Esperemos que terminen al mismo nivel que están en este tramo de la serie, y sigan este sendero en la ya firmada segunda temporada de Revolution.
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