May 20, 2015 Eva Garcia Críticas 0
Por Eva García Oliván,
52 martes nada convencionales
El género por excelencia de Sophie Hyde es el drama. De hecho, la directora australiana inició su trayectoria cinéfila mediante numerosos cortos provocativos e íntimos, la mayoría de los cuales se proyectaron en festivales internacionales y obtuvieron galardones como My last ten hours with you (2007) o Necessary games (2009) y en 2011 deslumbró al público de Sundance con su documental Shut up Little man (2010). Con este bagaje, la australiana puso en marcha su primer largometraje, 52 martes (2013). La cinta empezó su recorrido en el Festival de Adelaide pero fue en Sundance dónde llamó la atención y logró el premio World Cinema Dramatic a mejor director.
Billie (Tilda Cobham – Hervey) es una chica adolescente que forma parte de una familia disfuncional. La madre de Billie (Del Herbert – Jane) va a empezar un largo proceso de cambio de sexo. Ante la necesidad de hacer más llevadera la situación, la madre envía a Billie a vivir con su padre durante el tiempo que dure la transformación y comprometen en verse una vez a la semana, todos los martes después de clase. Este proceso de adaptación coincidirá con el despertar sexual de la adolescente.
Si algo tenemos claro es que no estamos ante una película convencional. Nos encontramos con una historia sobre cómo afecta el cambio de sexo de una persona en la vida de los que están en su entorno. Es una historia ficticia pero está tratada con tanta delicadeza y autenticidad que en ciertos momentos parece un documental y la cinta llega a adquirir la categoría de docudrama. Esta idea cobra más sentido si nos fijamos en los pequeños detalles – cada martes está presentado con imágenes reales que sirven de contextualización para el espectador, los sucesos se alternan con vídeos caseros de las dos protagonistas y hasta vídeos de testimonios reales tienen su aparición –. El proceso de grabación está fuera de lo común. El filme fue gestado durante un año para darle mayor credibilidad al efecto temporal de los personajes. La película se rodó durante un año, cada martes de la semana, igual que ocurre con los encuentros de madre e hija. De hecho, los actores recibían los guiones de semana en semana para permanecer lo más fieles posibles a la transformación de sus personajes. Este modo de grabación fue un éxito pero tristemente quedó eclipsado por el proyecto aún más ambicioso de Richard Linklater, Boyhood (2014).
Otro aspecto que hace más interesante a la cinta es el elenco de actores, ninguno de ellos profesional. Tilda Cobham – Hervey, trapecista en un circo en la vida real, es la protagonista de este filme que es su primera película y tras ver su interpretación, espero que haya una segunda. Aun así, su caso no es el más extraño. Del Herbert – Jane empezó en este proyecto como consultora de la diversidad de género y al final se hizo con el papel de madre. Más curioso es todavía que ella misma se considera disconforme con la identidad de género y cree fervientemente en un sistema binario masculino – femenino. Dicho esto, me sigue sorprendiendo el conjunto de interpretaciones llevado a cabo por cada uno de los actores que, repito, no se dedican a ello profesionalmente.
El largometraje con el que debuta Hyde vale la pena por su originalidad. 52 martes es una película que va a entusiasmar a los amantes del cine independiente.
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