May 13, 2015 Eva Garcia Críticas 0
El maestro Egoyan ha dejado de cautivar al público
La asombrosa Exótica (1994) descubrió el estilo personal de Atom Egoyan pero fue El dulce porvenir (1997) la que consagró al director e impulsó su proyección internacional. A partir de entonces, Egoyan es considerado un genio del cine independiente y se convierte en todo un must en los festivales más trascendentales. Aun así, nada es para siempre y hay quienes consideran que la calidad de sus obras se ha visto reducida en la actualidad. Bajo esta sombra llega su último trabajo. La desaparición real de un menor en la costa oeste de Canadá y la permanencia constante de los carteles del mismo despertaron en Egoyan la necesidad de explicar el dolor frente a una pérdida, originando así su décimo cuarta película, Cautivos.
Tras ocho años de la desaparición de Cassandra (Alexia Fast), sus padres (Ryan Reynolds y Mireille Enos) y los policías que llevan su caso (Rosario Dawson y Scott Speedman) siguen envueltos en un violento misterio. Los desencuentros entre los cuatro personajes han empañado su relación pero siguen teniendo algo en común; el deseo de ponerle las manos encima al culpable del secuestro (Kevin Durand). La aparición de nuevos indicios sugiere que Cass podría seguir con vida. La solución al rompecabezas es cada vez más próxima.
Una vez más, en esta película, Egoyan demuestra su particular obsesión para manifestar los efectos provocados en el ser humano tras la pérdida de seres queridos. Lo vimos en Exótica y en El dulce porvenir – películas que le valieron el premio de la crítica FIPRESCI en las respectivas ediciones del Festival de Cannes –. En Cautivos, el director pretende enfrentarse a la pérdida sin abandonar ni un ápice la esperanza de poder reencontrarse con ese familiar. Esta vez, en la trama, debido al auge de las nuevas tecnologías, entra en escena una red de pederastas nada convencional que convierte al espectador en agresor pasivo. Los vídeos no son sexuales sino emocionales. ¿Hasta qué punto puede disfrutar uno del mal ajeno? Como si se tratara de un reality, los agresores siguen el día a día de la familia de la víctima. ¿Quién consume los vídeos? Egoyan no lo cuenta en la película, ¿y si somos nosotros? En definitiva, nosotros decidimos si apartamos la mirada ante tal atrocidad o si seguimos en nuestras butacas con la mirada fija.
El frío invierno de Canadá y la escala de grises predominante en las localizaciones dotan a la película de una atmósfera turbia y oscura que se ve aún más ensombrecida gracias a las interpretaciones de algunos de sus actores. Ryan Reynolds, quien quiso trabajar con Egoyan desde que se conocieron en 2003 en la película Foolproof, sorprende en su papel de padre desesperado aunque no está a la altura del Hugh Jackman que vimos en Prisoners – es inevitable comparar ambas cintas y darle la victoria a Prisoners–. Quien consigue fascinar al espectador es Kevin Durand. Con su papel de psicópata inalterable, incapaz de mostrar remordimientos, Durand añade intensidad a la película. El mismo actor explicó en Cannes haberse preparado concienzudamente el personaje y haber profundizado en la historia de Jaycee Dugard – víctima de abusos sexuales durante 18 años –.
Los seguidores del cine de Egoyan, no encontrarán en Cautivos la mejor película del director. Es más, tras el visionado de la cinta, en el pasado festival de Cannes, parte de la crítica decidió mostrar su descontento a base de abucheos. Aun así, si tu intención es pasar un rato entretenido en una sala de cine, esta película te lo proporcionará.
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