Abr 28, 2016 Dani Arrébola Festivales, Málaga 2016 0
Por Dani Arrébola
Bombardeo de sentimientos y un curioso Sueño Americano
Era la gran esperada y no defraudó Gernika en sección oficial. La película de Koldo Serra se proyectó en el Teatro Cervantes a la prensa con aquella mágica y no siempre tan cumplida sensación de «haber visto cine en mayúsculas». Podríamos discutir si el triángulo amoroso conformado por la hermosísima María Valverde, Jack Davenport -su superior ruso como censora de la prensa republicana- y James d’Arcy -corresponsal americano- se contagia lo suficiente de esa energía fílmica impartida por el cineasta bilbaíno, pero lo que nadie puede negar es el estallido emocional y bombardeo de sentimientos que el director vasco logra transponer mediante un bello alarde de composiciones y secuencias. «Miré en imdb antes de rodar la película pensando que sobre este famoso bombardeo ya habrían unas cuantas cintas en nuestro país…y mi sorpresa fue que no había ni una siquiera», comenta Koldo.
Y es que ha llegado, muy tarde sí, pero ha llegado 79 años después un retrato fílmico de aquel lienzo que tanto nos perturba de Picasso. La película se articula como un volcán in crescendo en el que cada personaje va encontrando con naturalidad su rol en el cuadro: Ingrid Garcia Jonsson (que tri-pite en este Festival) y Bárbara Goenaga se muestran generosas y entregadas como corresponsal fotógrafa británica y asesora en el edificio de prensa, respectivamente. No se confundan: no estamos ante un retrato denso y trágico de todo ese episodio que vivieron nuestros abuelos y muchas otras personas aún con vida en nuestro país. No es así. Esta es una película sobre el amor y la supervivencia, sobre el dolor y la pérdida, y sobre la impotencia y miseria humana en tiempos de guerra. Merece la pena no perderse esta Gernika que en Málaga se pre-estrenaba justo en su efeméride número 79 y que llegará a nuestras salas el próximo mes de Septiembre.
Y con nombres cortos, femeninos y atractivos también hemos visto en sección Oficial las películas Julie y Zoe. No es que a uno le entren ganas de ejercer el verbo tiquismiquear con estas dos cintas pero sí es evidente que más allá del deseo real por unos directores con la ilusión de proyectar sus películas, éstas historias se nos empiezan a repetir de forma peligrosa y en muy poco tiempo en nuestra retina. Si Julie -dirigida por Alba González de Molina recuerda en exceso a una Vida de Adèle de mercadillo y en la que uno no acaba de conectar nunca con esa joven francesa que acaba en una escuela-secta o «ecoaldea» sitiada en el Bierzo y nutrida de epicureistas, a esa niña pequeña de nombre Zoe y que carga con la sonrisa en la cara la tristeza de su madre por no encontrar trabajo la han comparado con la denuncia de Techo y Comida. Es cierto que es algo injusto comparar una y otra historia: si la de Juan Miguel del Castillo era una denuncia explícita de una madre soltera por Jerez, en esta cinta dirigida por Ander Duque la cámara se sumerge y de forma introspectiva nos acerca el aliento del desespero y la vergüenza que aflora sobre la precariedad laboral. Pero lo que sí debemos exigirle a un Festival que pretende ser de primer nivel es una selección minuciosa no sólo de títulos sino también de temas a los que no estemos tan acostumbrados de ver y sufrir en pantalla y, en consecuencia, de temas que nos puedan llegar a sorprender, perturbar y llenarnos mucho más.
Y del Sueño Americano me dirán que se ha hablado aún mucho más en el séptimo arte, pero les aseguro que de la forma en la que Carles Torras lo aborda en su película Callback supone algo nuevo, inquietante y, por momentos, reconciliador con ese aroma del mejor cine independiente. Y en este caso, a pesar de que toda la producción es catalana, nos encontramos ante una cinta con lengua inglesa en la que un actor absolutamente desconocido, de nombre Martín Bacigalupo y de rostro asombrosamente parecido a Eduardo Inda en joven, logra conectar con un público que, al menos en el pase de prensa, le ha brindado alguno que otro vítor tras sus artimañas. Estamos ante un personaje bien hilvanado por Torras, con sorprendentes cambios de ritmo y, a pesar de que pueda ser una de esas cintas difíciles no sólo de recomendar sino de encontrar en festivales, merece la pena acercarse a ella con la mente presta y despejada. Vamos, con el mismo clima y paisaje que nos ofrece la ciudad de Málaga en su bombardeo de sentimientos.
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