Jun 01, 2014 Dani Arrébola Críticas 0
Dir.: Jaime Rosales
Pro.: Jaime Rosales, José Mª Morales, Jérôme Dopffer Gui.: J. Rosales, Enric Rufas
Int.: Ingrid García-Jonsson, Carlos Rodríguez, Inma Nieto
Las películas de Jaime Rosales –Las horas del día, La soledad, Tiro en la cabeza y Sueño y silencio–son cualquier cosa menos convencionales. Originales, diferentes, polémicas… y frías: Rosales filma desde el hielo. Un asesino críptico y absurdo, una madre arrasada por el dolor –en la famosa pantalla partida de La soledad-, un terrorista en la lejanía, un hombre sin recuerdos… esos son sus protagonistas, tomados siempre desde la distancia, con un objetivo de documentalista que retrata sin concesiones y sin tomar partido; ni ama ni odia a sus personajes, sean víctimas o verdugos, les ronde la muerte –frecuentemente- o la salvación.
Dice Rosales que Hermosa juventud es la menos personal de sus películas. Será porque esta vez se ha olvidado de riesgos más o menos experimentales –de formato, de color, de punto de vista- y ha desarrollado una narración prácticamente lineal, más cerca del relato tradicional de personajes corrientes y situaciones cotidianas. Salvo en un par de momentos, en que resuelve el paso del tiempo mediante un montaje acelerado de fotos, mensajes de móviles e imágenes de chats; y sin prescindir, por supuesto, de su dominio de la elipsis, del encuadre expresionista y del espacio fuera de campo. En Hermosa juventud, como en sus anteriores obras, todo es cine todo el rato.
Natalia y Carlos son dos jóvenes de ahora mismo, como otros miles con los que nos cruzamos por la calle o en la escalera de nuestra propia casa. Veinte y veintidós años, sin trabajo, sin haber terminado sus estudios y con más dudas que certezas, con muchos más problemas que esperanzas. Natalia vive con su madre y sus dos hermanos, un chavalote que aun va –poco- al instituto y una niña pequeña, que tuvieron sus padres poco antes de separarse. El padre no es más que una sombra fugitiva y la madre apenas un paño de lágrimas confundido y angustiado. Del padre de Carlos tampoco se sabe nada, y el chico vive con su madre, una mujer enferma de obesidad y desesperación.
Este es el presente. El futuro aparece aun más negro. Natalia se harta de dejar solicitudes de trabajo allí donde se las admiten, sin ninguna posibilidad real; Carlos hace de vez en cuando una chapuza a cargo de algún conocido y a razón de diez euros por día de tajo. Y si por casualidad aparece en el horizonte algún atisbo de mejora, la suerte –mejor valdría decir la justicia- les vuelve la espalda: cuando los jóvenes esperan una compensación económica medianamente interesante por un turbio asunto en el que se han visto involucrados, nuevamente quedan defraudados. Quizá este momento colme el vaso de la desilusión; y también posiblemente esta historia esté metida con calzador en el relato general: un inciso violento, con un remate gratuito y confuso, que está a punto de distraer al espectador. Pasa pronto, pero deja mal sabor de boca; y tampoco contribuye a que podamos empatizar con la pareja protagonista.
Claro que, una vez más, no es eso lo que pretende Rosales: su punto de vista sigue siendo frío y distante… aunque absolutamente certero: Natalia y Carlos –y sus familias y sus amigos- son personajes verdaderos, hijos de la España de hoy, víctimas de la crisis provocada y mantenida por desalmados que contaminan y ahogan sus vidas. Carlos y Natalia son jóvenes, con ganas de vivir. Son pobres porque les ha tocado la peor parte de esta sociedad insolidaria y cruel con los más desfavorecidos. Y si intentan el camino de la emigración, sufrirán en sus propias carnes las dificultades reales del exilio laboral: en el extranjero, sin conocer el idioma, sin cualificación y a merced de la explotación; tanto como en su propio país. Este es el panorama que retrata la cámara implacable de Jaime Rosales: una película de no-ficción, casi un documental; pero esta vez la leona no se come a la gacela, sino que es la misma naturaleza la que devora a sus criaturas.
Por eso es una lástima que la obra resulte tan carente de pasión que no permita con facilidad la cercanía ni la emoción que sus protagonistas se merecen: unos intérpretes que aciertan a vivirla desde la absoluta naturalidad, encabezando un excelente reparto sin nombres populares pero con un resultado realmente excepcional.
Ene 16, 2023 0
Dic 19, 2022 0
Sep 27, 2022 0
Por Redacción Un festival lleno de acordes y desacuerdos ...Ago 23, 2022 0
Tras el sorteo realizado este 24 de agosto de 2022, los...Jun 10, 2022 0
Por Daniel Arrébola Segundas partes nunca fueron...Feb 20, 2022 0
Dani Arrébola, creador y director de Apetece Cine charla...Dic 27, 2021 0
¡Menudo bombazo el que os traemos Apetefollowers! Con...