Abr 27, 2014 Dani Arrébola Críticas 0
Por Daniel Arrébola
UNA LETANÍA DEMASIADO ALEJADA
Dentro de la programación de obras plenas de autoría en este Festival D’A se presentaba la película Our Sunhi, el último trabajo del director coreano Hong Sang-soo, que suele grabar de forma minimalista, con pocos personajes y metiendo en sus historias -siempre que puede- pequeños homenajes al mundo del séptimo arte. Esta cinta no es una excepción ya que nos presenta a una estudiante de cine de nombre Sunhi -que en el mundo occidental nos suena a zumo- la cual, tras un tiempo sin pisar la que fue su universidad, decide volver para pedirle a su antiguo profesor una carta de recomendación. El reclamo viene motivado por el deseo de esta joven de querer estudiar en el extranjero, concretamente en EEUU, cosa que, por lo que parece, resulta una práctica poco habitual en esos lares de Corea.
A partir de esa presentación la trama se sucede jugando siempre con un coro de cuatro protagonistas conformado por la propia Sunhi y tres hombres: el profesor que mencionaba, y dos ex-compañeros de clase. Los tres parecen guardar un profundo amor por la joven, aunque cuando acabo de ver la película no sabría precisar con exactitud qué sentimientos reservan para esta moza porque desde luego no se han traspasado de la pantalla a las butacas, o al menos hacia mí.
Si Hong Sang-soo me lo contara de otra forma más amena, quizás si que hubiera logrado conectar con los problemas y sentimientos de estos cuatro ya que, presumo que la historia guarda sus ingredientes potenciales a explotar que podrían funcionar y muy bien. El problema es que la hora y media que dura la cinta resulta una constante letanía, todo un rollo monótono que se va alimentando de unos planos con cámara fija y alargados hasta la extenuación, casi sin excepciones, desde el minuto 0 hasta el final. El aburrimiento me incrementa en unas localizaciones que se repiten y que te acabas conociendo con memoria de cirujano: las mismas mesas de los mismos bares donde los personajes se van emborrachando lentamente y escupen palabras con poca sustancia, dirigidas siempre a la diana principal de Sunhi.
No he acabado de entender, ni mucho menos pillarle la gracia, a esta Our Sunhi pero debe dejar gustos bien dispares ya que en la sala escuchaba las risas de varias personas en ciertos momentos y diálogos del filme. Esto último me acentúa la duda general que suele surgirme cuando tras ver historias como esta no descifro ninguna emoción supuesta, impregnada y dirigida al público: ¿A quién narices recomiendo esto?
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