Dic 14, 2020 Pau Sauri Soriano APTC Entrevistas 0
Por Pau Sauri Soriano
Samba Martine, Mohamed Abagui, Osamuyi Aikpithany, Idrissa Diallo, son los nombres de cuatro de los catorce migrantes que han muerto en España víctimas del racismo institucional y el abuso de poder ejercido en los CIE. Ramon Térmens, en su nueva película La mujer ilegal, trata de denunciar esta realidad y alentar al espectador, tal y como afirma él mismo, a que reaccione ante esta injusticia. Reconoce que la creación de esta película ha supuesto un proceso de aprendizaje en el que se ha ido encontrando con historias personales y hechos realmente impactantes, un proceso que los espectadores pueden vivir de primera mano en las salas de cine desde el pasado 11 de diciembre.
Ramon Térmens en el rodaje de La mujer ilegal
P: Ramon, en tu filme Catalunya über Alles ya llevaste la reivindicación a la gran pantalla, de hecho, el tema principal también se centraba en el racismo relacionado con la inmigración. En múltiples entrevistas destacas que tu intención es la de hablar directamente con el espectador, hacerle reflexionar. Con La mujer ilegal ¿a qué público querías dirigirte, al despierto o al que aún duerme?
R.T: A los dos, el público siempre es un concepto muy amplio. Tú haces una película y la lanzas, cualquier persona la puede ver. Es más, yo no hago películas para ahora, las hago para que se puedan ver a lo largo del tiempo.
Volviendo a tu pregunta, es cierto que si una persona ya tiene un cierto compromiso con la causa seguramente puede seguir el filme con la empatía ya ganada desde el inicio. Sin embargo, quien no conozca demasiado la problemática de los CIE podrá sorprenderse, indignarse e incluso salir de la sala cambiado de algún modo. Las dos opciones me parecen válidas.
Otra cosa es como actuará el espectador una vez adquirido el conocimiento que le brinda el filme. A mí me gustaría que reaccionara indignándose y haciendo algo en su entorno para luchar contra el racismo institucional con la intención de forzar a los políticos a cambiar su postura respecto a los CIE. En mis declaraciones he intentado ser muy radical, pero la verdad es que son los políticos quien tienen el poder para cambiar la situación.
P: En diferentes entrevistas destacas el nacimiento anecdótico del proyecto. El padre de la escuela de tu hijo que trabaja, del mismo modo que el protagonista de tu metraje, como abogado centrado en regular la situación de los migrantes en nuestro país y que, en una conversación casual a la salida del colegio, te inspiró para hacer La mujer ilegal. ¿Nunca te planteaste abordar la historia desde otro punto de vista, otro personaje como un migrante que sufriera las situaciones que describes, o un activista en contra de los CIE?
R.T: No, los dos puntos de vista que destacas ya están presentes en el filme, tenemos a Juliet y a Fátima. Queríamos que la película se centrará en la vivencia del abogado, y la respuesta es simple, era lo más honesto. Todo empezó con este encuentro que destacabas, con nuestras reuniones donde él me explicaba, de forma directa y sencilla, los casos que él conocía. Desde el primer momento quise que el protagonista de mi película fuese el alter ego de este abogado y el que guiara la película.
Si hubiéramos presentado la historia a través de la figura del migrante que sufre el racismo institucional, hubiéramos estado obligados a hacerlo desde fuera. Al hablar del abogado que va indagando en el tema de los CIES pudimos añadir realidad a la historia, porque tanto yo como Daniel Faraldo, el coguionista, pasamos por un proceso parecido a la hora de elaborar el guion. Nos permitió ser más honestos.
«El respeto es algo que debes sentir con cada película que hagas. Yo le tengo respeto al cine»
P: El racismo institucional que sufren los migrantes es un tema muy importante y, en consecuencia, muy sensible ¿En algún momento le tuviste respeto al proyecto?
R.T: Claro que sí, pero el respeto es algo que debes sentir con cada película que hagas. Yo le tengo respeto al cine, por eso siempre trato de realizar la mejor película posible con el lenguaje y tratamiento más adecuado.
Lo que hice en algunos casos para asegurarme fue pasarles el guion a abogados, algunos activistas y a escritores, sobre todo para tratar de no cometer ningún error. No obstante, es cierto que no equivocarte al realizar un largometraje en el que aparecen leyes o legislaciones es prácticamente imposible, al fin y al cabo, estás haciendo cine. Si lo que quieres es algo escrupuloso sería mejor que fuésemos a buscar alguna cámara de seguridad. La palabra mágica en el cine es verosimilitud.
P: En una entrevista para el periódico explicas como Dodo, una de las extras qué aparece al final de la película contando su historia, rompió a llorar durante el rodaje de una escena al recordar su experiencia personal con los CIE. ¿Cómo viviste esa situación?
R.T: Fue duro. Precisamente, era el día en que acabábamos la primera semana de rodaje, justo en la última secuencia, y una de las extras que hacían de inmigrante sin documentación, Dodo, se puso a llorar. Me explicó que cuando llegó a España la pararon en una estación de autobús y trataron de deportarla sin su hija, que era un bebé, me pareció muy duro. Me hubiera gustado que apareciera en la película como tal, pero era imposible. Por eso decidí, justo al final, romper con la ficción y presentar testimonios reales como el suyo para cerrar el largometraje y recalcar que la problemática está viva.
«Mi intención fue que quedara orgánico y que fuera fácil deducir lo realmente importante de la historia, las vivencias de los personajes»
P: La relación realidad ficción en La mujer ilegal es difusa, tenemos a personajes reales que aparecen representados, otros que hacen de sí mismo, como Laura Rosel. ¿Cómo gestionaste esta ficción – realidad?
Es una apuesta, la película es una mezcla entre thriller, documental y melodrama, podríamos decir que es un poco sui generis. Intentamos que funcionara en su conjunto. Mi intención fue que quedara orgánico y que fuera fácil deducir lo realmente importante de la historia, las vivencias de los personajes. En cada momento he utilizado lo que he creído necesario para atrapar al espectador y para la historia.
P: En el Making off Daniel Faraldo, coguionista, afirma que hubo momentos en los que creísteis que la historia era demasiado cruda como para que la gente creyese que era real. Sin embargo, esa crudeza es algo que no se explota, a diferencia de otras películas, a través de las imágenes ¿Como planteaste las escenas donde podrían haberse presentado al espectador imágenes explícitas para aumentar el dramatismo?
R.T: En ningún momento queríamos hacer una película de violencia explícita, ya lo he hecho en trabajos anteriores, pero porque era una historia sobre eso, la violencia. Todo depende de lo que quieras decir, si lo que quieres es destacar la parte emocional de los personajes dejar la violencia a un lado, en off, puede ser aún más efectivo que si la muestras. Saló, por ejemplo, es un filme que necesita la explicitud, pero La mujer ilegal no. Sí que mostramos un video real de un policía abusando de su autoridad contra Mohamed Bourdeval en un CIE, pero porque en ese momento funcionaba.
P: También quería preguntarte por Yolanda Soy, Juliet Okoro, Adeline Flaun, Mercy Okafor, Raquel Camón y Fátima Jamed. Creo que has dejado claro que la temática del filme es suficientemente potente como para ir a llenar las salas, pero en una de tus declaraciones destacabas la interpretación de estas tres actrices como imprescindible y motivo capital para ver La mujer ilegal ¿Por qué la gente no puede perderse sus interpretaciones?
R.T: Primero de todo porque son caras nuevas, y es muy refrescante ver a actores o actrices cómo hacen su primera película y las cosas que aportan al proyecto. Son un descubrimiento capital para el espectador en la película, si lo analizamos desde un punto de vista objetivo no podemos negar que su trabajo es bueno.
Desde el inicio se implicaron con el proyecto, con sus personajes y creo, sinceramente, que su trabajo vale realmente la pena. Es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película.
«En mis películas siempre habrá un contenido social, político o, incluso, filosófico, porque esa es mi esencia.»
P: Para acabar, quería preguntarte sobre el futuro ¿Seguirás trayendo temas sociales y reivindicativos a la gran pantalla?
R.T: En mis películas siempre habrá un contenido social, político o, incluso, filosófico, porque esa es mi esencia. No obstante, me considero muy ecléctico, tal y como podemos ver en mis trabajos. Lo que tengo claro es que, si hay algo que ya he hecho anteriormente no me gusta repetir. Pero no lo sé.
Es cierto que tengo varios proyectos a la espera de financiación, pero el mercado está en la miseria absoluta, es decir, no sé cuál de ellos llegará a materializarse. Ya hace años que soy consciente de que necesitaría vivir varias vidas para poder llevar a cabo todos mis proyectos.
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