Jun 19, 2015 Dani Arrébola Críticas 0
Por Dani Arrébola
Ahora o Luego, o quizás Mañana, o…Más Nunca que Ahora
Surgida de la buena cosecha de los 90 de la industria audiovisual catalana, Maria Ripoll ha desarrollado en las últimas décadas una filmografía algo irregular pero siempre lo suficientemente personal e interesante en clave de humor. Con alguna que otra incursión al otro lado del charco, Tortilla Soup (2001), la barcelonesa ha demostrado su buen temple con la cámara a la hora de dirigir a actores internacionales como bien pueden ser Lena Headey (para ubicarla: la Cersei de Juego de Tronos) y el escocés Douglas Henshall que juntos formaban la pareja protagonista de Lluvia en los zapatos (1998), uno de los títulos más aplaudidos de la cineasta. Ahora, casi encomendada a dirigirla -por aquello de las ordenes de los mandamases de producción- y tras no pasar ni un año de su irregular y más dramático último estreno, Rastros de sándalo (2014), nos presenta la comedia Ahora o Nunca, alimentada en su elenco por dos de los reclamos más bienvenidos y carismáticos del país: Dani Rovira y María Valverde.
Con guión de Jorge Lara y Francisco Roncal, María y Dani se encarnan en Eva y Álex, una pareja que lleva toda una década de noviazgo y que deciden al fin casarse en el mismo pueblo donde se conocieron: un pueblecito de la campiña británica, donde ya espera la novia y sus amigas. Todo está preparado para celebrar una grandilocuente y bucólica boda pero los problemas hacen acto de presencia justo el día de antes: una huelga de controladores obliga a cancelar todos los vuelos que, desde España, salían rumbo a Londres. En el aeropuerto, donde se encuentra el novio y su familia (también el padre de la novia, interpretado por Jordi Sánchez), deberán improvisar un planning para llegar a tiempo al convite…un planning improvisado que tendrá que ser re-improvisado sucesivamente…
Todos, sin excepción, tenemos bien aprobadas y requeteaprobadas las oposiciones a las comedias made in Spain que se vienen produciendo en los últimos tiempos desde Atresmedia o desde cualquier capital del grupo televisivo de turno. Es por ello que no deberíamos perder nuestro preciado tiempo -ni tampoco muchas palabras- en intentar encontrarle un sentido real y coherente a una trama compuesta de absurdas -aunque potencialmente reales- lógicas que se suceden, cuan Ley de Murphy, como hándycaps e imprevistos para sus protagonistas. En vez de ello, podemos sentirnos más útiles si nos dedicamos a sacar a la intemperie aquellas virtudes que sí que pueda tener – y tender- este Ahora o Nunca; mas, estas «virtudes» repetitivas en su temática y empalagosas para el espectador, logran que la única utilidad extraída de las mismas sea la de que es mejor responder aquello de: «mejor Luego, o quizás Mañana, vamos, más Nunca que Ahora».
El cuadro en el que debería abundar mucha más valentía y bastante más de inteligencia compartida para su público, tan sólo aguantan los gags del grupeto de «machos ibéricos», compuesto por el cada vez menos monologuista Dani Rovira, por el seguro de vida Jordi Sánchez, y por un sorprendente Joaquín Núñez. Únicamente en las peripecias bruscas y rasposas de este terceto, que abandera nuestra particular forma nacional de hacer y entender, se le ofrece al espectador algo de lo prometido, que no era otra cosa que reírse y pasar un buen rato, y es ahí donde la cara de circunstancias cada vez mas circunstanciosa de Dani Rovira es el poco petróleo que uno puede extraer sentado en su butaca. Ellas en cambio, capitaneadas por una preocupantemente poco atractiva María Valverde (Qué le hicisteis a María los de Freixenet?) se ven del todo enredadas sin chispa alguna para desenredarse, en la maraña de particulares imprevistos que son, mucho más flojos que los preparados para ellos. En consecuencia, nuestro deseo es que la cámara vuelva lo más pronto posible a trasladarse a las fatalistas andanzas de los machos ibéricos.
Ahora o Nunca es una comedia olvidadiza que no acaba de aprovechar a la que podría haber sido su magnética pareja protagonista, y no la aprovecha porque éstos apenas salgan juntos en la cinta, sino porque su alimento verbal es pobre, poco valiente y muy repetitivo para lo que estamos acostumbrados a ver en un arco argumental de pastoril amor frenado por barreras fortuitas. Dicho lo cual, no es una película desechable si uno tiene claro gastarse el dinero en simple y llanamente matar el tiempo de forma amena con su pareja o pre-pareja la tarde de viernes/sábado.
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