Jun 21, 2015 Dani Arrébola Críticas 0
Por Dani Arrébola
La huella del Che más humano…pero menos atractivo
A pesar de que muchos puedan pensar -o intuir- lo contrario, no tanta gente conoce lo suficiente la figura de Ernesto «Che» Guevara. Bueno, seguramente conocemos con vasta suficiencia que el Che ha sido la figura inspiradora principal en la revolución social sudamericana de la segunda mitad del siglo XX; pero casi también con total seguridad, fue la película Diarios de motocicleta (2004), dirigida por Walter Salles, la que hizo descubrir a una buena parte de público (sobre todo al europeo) a un Guevara distinto, menos político y más humano…más médico. Porque en efecto, si algo era el Che Guevara eso era un médico empecinado en la investigación de los causantes alérgicos y más obcecado aún en pasarse millares de kilómetros de rutas con el «sano» fin de personarse y convivir con sus humildes pacientes, con la gente agreste… con el ser humano que más que vivir, sobrevivió, y del que tanto aprendió. El mismo viaje que realizó junto a su amigo Alberto Granado que se plasma en esa excelente Diarios de motocicleta, nos presenta ahora el director mexicano Jorge Denti en formato documental bajo el título La huella del doctor Ernesto Guevara.
Junto a su amigo licenciado también en medicina, Alberto Granado (al que en los créditos iniciales se le dedica el documental por su reciente fallecimiento en 2011) y su otro compañero de ruta, Carlos «Calica» Ferrer, la acción alterna las cartas y documentos escritos por el propio Che, con el testimonio directo de aquellos que compartieron con el joven médico y futuro comandante las experiencias de su viaje por América del Sur en el período 1952-1953. Es en la correspondencia que el Che envía con periodicidad a su familia instalada en Buenos Aires, donde atendemos a su profunda transformación, canalizada en su emergente y creciente compromiso social con aquellas gentes a las que va atendiendo. El resultado no acerca la figura política de Guevara, pero sí que teclea en su caldo de cultivo más humano para que podamos entender su inminente futuro ideológico y militar sembrado en las tierras por las que puso pie en tal odisea y de clara desigualdad social entre sus habitantes, como Bolivia o Nicaragua.
Nunca es molesto asistir -ya sea en consumo de ficción o en la palpable «veracidad» inherente en el formato documental- a las experiencias vitales de una de las personas y personajes más interesantes y fascinantes del siglo XX. En este sentido, el documental se sigue con interés y sus dos completas horas no suponen ninguna desesperación para el cuerpo sellado en la butaca ni, sobre todo, para la mente que es capaz de viajar con el Che con la sensación de estar acompañando fielmente al protagonista por esos vírgenes paisajes. Pero si todo lo anterior es una sensación real y cierta, también lo es un imponente problema en forma de pregunta incapaz de disiparse en esta cinta: ¿Aporta algo nuevo este documental que no aportase Diarios de motocicleta? La respuesta es que más allá de una lógica y supuesta mayor credibilidad en los episodios del joven Guevara, uno no va a descubrir elementos sorprendentes ni incitadores a una nueva re-formulación de la humanidad del Che, a no ser que ese uno de él ni siquiera conociese su archi-famoso padecimiento crónico por asma, que sería desconocer prácticamente todo sobre el mismo.
Juan Martín Guevara, hermano del «Che».
La carne temática de la que se alimenta esta huella documental servida en archivos, testimonios y reflexiones del gran protagonista y sus compañeros de viaje tampoco es que sea soporífera ni mucho menos banal, pero sí es cierto que por el rabillo del ojo podemos intuir algo: con una disposición ligeramente más ordenada y sutil, hubiera sido más certera la ayuda al ritmo y a la amenidad final del producto y, en consecuencia, a seguirlo con un mayor interés. Sin destripar demasiado y para entendernos: los mapas ubican bien y limpio por cada país en el que se aventura la motocicleta del joven Guevara, pero se escurre entre las manos -y también por la cabeza- la mayonesa de archivos que componen las entrevistas (entre la que se encuentra la del hermano del protagonista, Juan Martín Guevara) y el resto de testimonios que acreditan enriquecedora información sobre el Che pero también algo de vaguería en el motor del montaje o edición, que a gustos va el término que prefiera cada cual.
La huella del doctor Ernesto Guevara es un documental ante todo destinado a todos aquellos, que son muchos, los cuales les fascine la figura del Che o aquellos interesados en empezar a fascinarse por la misma. No obstante, todo aquel curioso que desee buscar nuevos recovecos que reformulen la persona y figura de una de las almas más expuestas y analizadas de toda la era contemporánea, encontrará muy poco botín extraído de este documento que, en definitiva, cuenta lo que ya contaba mejor la ficción fielmente recreada de Diarios de Motocicleta.
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