Sep 22, 2014 Dani Arrébola Festivales, San Sebastián 2014 0
Por Dani Arrébola
Malkovich y un bajón dominical
Con los dos filmes a concurso que competían en la jornada del domingo 21, llegó lo que nadie quería pero por otro lado se preveía: el bajón de nivel. Ni el enésimo drama nórdico A second chance de Susanne Bier, ni la enésima adaptación del mito de Casanova propuesta por Michael Sturminger y con Malkovich a la cabeza, lograron acercarse a la satisfacción general que han dejado los filmes de los primeros días de Festival.
Nikolaj Coster-Waldau es ese «guaperas» rubio, aguerrido y valiente de la serie Juego de Tronos y eso le otorgaba el prestigio suficiente para convertirse en uno de los dos hombres del día como reclamo, junto a John Malkovich. En esta ocasión no llegaba a San Sebastián como Jaime Lannister, sino como hombre de carne y hueso deseoso de trabajar con Susanne Bier, la cineasta que más admiran por esas tierras danesas. Coster-Waldau encarna a un esposo de una señora perturbada que rápido se verá envuelto en un suceso terrible. Sin desvelar apenas el meollo de la cuestión, el tema ya de por sí que propone la película de Bier es dantesco: decidir, por la obligación de las circunstancias, tratar casi como objetos a los bebés. Eso estaría «bien» en términos cinéfilos y sería impactante y turbador, si me lo contasen con vigor y con dolor. Pero si ya la interpretación de Coster-Waldau no logra, pese a sus intentos, conmover en ningún momento (ni sin niños ni con niños en el brazo), se le ha de sumar un ritmo soporífero y congelado que más que colmar nuestros conductos lagrimales, colman nuestra paciencia. Y no, pese a su título, no le doy a esta trama una segunda oportunidad.
Y el otro deseo esperado del día pasaba por ver al señor Malkovich encarnado en un nuevo Casanova, como años atrás han hecho otros tantos y buenos actores como Donald Sutherland o Marcello Mastroianni. Pero más allá de la simpatía que siempre despierta en pantalla el señor Malkovich, a pesar de sus rasgos contundentes y marcados, este Casanova Variations fue un auténtico despróposito de dos horazas que se hicieron casi como un mediodía encerrado en el Teatro Principal de Donostia. Sturminger, un director que siempre ha demostrado saber llenar la pantalla con cosas interesantes, se pasa de la raya esta vez. No vemos más que un excesivo juego de planos, con apenas descanso para un espectador que pide una buena bombona de oxígeno ante tanto tembleque de una cámara que parece que la sujete mi pequeño sobrino.
Confiemos que regrese el oleaje del buen nivel a la orilla donostiarra con la jornada del lunes, en la que tenemos, entre otras muchas cosas, la esperada película de un siempre esperado cineasta alemán llamado Christian Petzold.
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