Jul 20, 2015 Dani Arrébola Clásicos 0
El siempre agradecido retorno a Innesfree
A pesar de repudiar los discursos de autor y limitarse, según sus propias palabras, a “hacer películas buenas, malas… poco importa”, John Ford contribuyó con sus films a la formación del cine norteamericano, dejándose guiar exclusivamente por el mero placer de rodar. Si bien las sombras de grandes epopeyas norteamericanas (y adaptaciones de gigantes obras literarias (como Las uvas de la ira, de John Steinbeck) sobresalen especialmente en la inacabable filmografía del director, se reconoce también como una de sus películas más celebradas El hombre tranquilo, una historia sobria, dulce y reconfortante que nos invita a los huérfanos emigrantes de ciudad a regresar a nuestros pueblos de orígenes.
Narra la historia de Sean Thorton, un boxeador que, tras una dura experiencia en los Estados Unidos, regresa a refugiarse a su pueblo natal, Innisfree. Se encontrará en esta bucólica localidad irlandesa con la desconfianza de los lugareños, carismáticos y entrañables personajes representados excelentemente por varios de los actores que formaron la John Ford Stock Company, que reunía a aquellos que compartieron rodaje con el director en múltiples ocasiones. Thorton se enamorará nada más llegar de Mary Kate Danaher, una personificación de la irlandesa temperamental que le obligará a enfrentarse a las costumbres y tradiciones locales para casarse.
Sólo el eterno compañero de Ford, John Wayne, a quien había rescatado años atrás de las producciones de serie B para La Diligencia y con quien contaría en 21 películas, podía dar vida al también ‘feo, fuerte y formal’ Sean Thorton gracias a sus inolvidables andares y su gesto firme y diligente. Encabeza junto a él el reparto una Maureen O’Hara en estado de gracia en el papel de Mary Kate (homenaje a Mary, la esposa de Ford y Katherine Hepburn, su amante mientras la dirigía en María Estuardo).
La irreprimible dualidad amor-odio entre los personajes de estos dos actores, cuya química volvería a surgir bajo las órdenes de Ford en Cuna de héroes o Escrito bajo el sol, nos regala frases lapidarias en un guion sencillo y amable que recrea el pasado y la vida de esa Irlanda rural. “Entre nosotros habrá puertas ni cerrojos Mary Kate, salvo los que tu pongas en tu mezquino corazón”, exclama el íntegro Thorton. También Ford los derriba con este delicado e intimista must-see. En El hombre tranquilo evoca una vez más de manera personal e idealizada las raíces de su familia, contagiando al espectador el placer que le supuso rodarla, lo que le valió su cuarto Óscar como director. Este canto nostálgico a su patria llegaría a su máxima expresión con ¡Qué verde era mi valle! o La salida de la luna y recuperaría también su interés por esta tierra en otros films sobre su historia política y social como El delator.
En esta ocasión, la austeridad y sencillez técnica junto con la banda sonora risueña y tierna escrita por Víctor Young construyen una atmósfera relajada y apacible que imbuyen al espectador en un viaje por las verdes praderas de Irlanda y por los rincones del recuerdo y la imaginación de un maestro de directores.
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