Sep 30, 2018 Dani Arrébola Festivales, San Sebastián 2018 0
Por Dani Arrébola
San Se… Acabó
Tras varias jornadas en las que el buen cine brilló por su ausencia -al menos el concepto de buen cine que uno tiene interiorizado- al fin aparecieron los títulos más apetitosos y convincentes de esta edición número 66 del festival, salvando eso sí, el buen hacer de nuestros cineastas españoles. El tercer remake de Ha nacido una estrella era lo más goloso y ruidoso de la programación y lo era por más de un motivo de peso: Bradley Cooper se ponía por primera vez delante y detrás de una cámara; Lady Gaga interpretaba por vez primera en la gran pantalla y las críticas desde el otro lado del charco nos auguraban un muy buen sabor de boca sobre el resultado final. La película no defrauda y Lady Gaga sorprende -son muchas voces las que ya apuntan que será la gran rival a batir en los próximos Oscars- pero más allá de un digno arranque, el nudo de A star is born se va devorando a sí mismo de tal forma que flojea hasta un desenlace en el que más de uno ha podido perder el desinterés por el camino. Al fin y al cabo, todos conocemos de antemano la historia de este famoso rockero que aúpa a una camarera hacia el estrellato. También sería injusto restarle méritos al asunto: para ser una ópera prima a Cooper le ha salido un aprobado bien alto, y, como nos confesó en rueda de prensa, es un aprobado que bebe directamente de las fuentes de la versión de Judy Garland y James Mason (1954), su favorita y la más clásica de las cuatro.
Poco antes de entrar al Teatro Principal para ver la película argentina El Ángel (ubicada en la siempre segura sección Perlas), me enteraba que la misma habia sido seleccionada por su país para ser la candidata a levantar el Oscar a Mejor Película de Habla No Inglesa, con lo que mi interés se avivó aún más de lo que ya estaba antes de posar mi trasero en las cómodas butacas del teatro donostiarra. Y lo cierto es que Luis Ortega, director del que conocía pocas virtudes de su obra, se las apaña para mantenernos sellados en la butaca y entretenidos durante las casi dos horas de metraje. La historia, centrada en hechos reales, persigue al joven de 17 años, Carlitos Robledo Puch, el conocido como «Ángel de la muerte», un alias ganado a pulso por su historial delictivo: una cuarentena de robos y un número similar de asesinatos por todo el país. Lorenzo Ferro, actor de mirada gamberra y de una seguridad encomiable, nos deleita en un festín de cine negro que sorprende por sus altas dosis de humor y sarcasmo y por una soundtrack llena de un abano de temas tan melodiosos que plasman el excelente oído y gusto musical de Ortega. Los hermanos Almodóvar, a través de su sociedad El Deseo, no dudaron en poner pasta y medios al asunto, conscientes de la buena historia que tenían que explicar y que, de bien seguro, funcionará en nuestras taquillas.
Y como el festival de San Sebastián está dirigido por una persona tan hábil e inteligente como cercana y humilde llamada José Luis Rebordinos, no deja escapar la opción de incluir en su parrilla oficial alguna de las series de televisión que producen y distribuyen las plataformas digitales… es decir, las que no van a pasar por la pantalla grande y que, por el momento, el festival de Cannes renunciar a incluir en su catálogo. El presente y futuro dictarán juicio pero lo cierto es que el hambre de mercado en los tiempos que corren se encuentra más por estos lares digitales tan caseros que en las salas de cine propiamente dichas. Es el caso de Gigantes, serie producida por Movistar + y que presentaba su primera temporada compuesta de seis capítulos en la penúltima jornada del Zinemaldia. En la dirección no estaba un cualquiera sino todo un respetado Enrique Urbizu que, tal y como nos confirmó en nuestra entrevista, procura «filmar y narrar de tal forma que siempre haya interacción con el espectador», es decir, confirmando nuestras sospechas que apuntan a que desde que dirigió el mítico videojuego Los Justicieros, no ha perdido esa esencia de disfrutar sus historias como si tuviéramos un joystick y mando en la mano. La historia nos sitúa en el El Rastro, la zona castiza de Madrid en la que conviven las familias de gitanos y paios, estas últimas lideradas por Abraham Guerrero (José Coronado), el respetado especulador de inmuebles que junto a sus tres hijos (Daniel Grao, Isaak Férriz y Carlos Librado) desarrollan el miedo entre sus rivales a través de un sinfín de actividades criminales. Urbizu logra en todo momento inmiscuirnos en ese ambiente rudo en el que poco a poco y capítulo a capítulo iremos viendo con sumo interés como nadie es lo que parece ser. La persecución policial otorga a la serie ese juego de «el gato y el ratón» que tanto y tan bien estamos aprendiendo a «copiar» desde el otro lado del charco.
Y entre tanta maratón de títulos, ruedas, entrevistas y pintxos no pude llegar a ver Bad times at the el Royale, que coprotagonizan Jeff Bridges y un Chris Hemsworth que llegó a Donostia en el descuento y lo justo para pasearse por la última y engalanada alfombra roja. Mis compañeros con cuyos gustos más me reconozco, me comentan que la película se les hace excesivamente larga e insulsa para lo mucho por contar que anidaba en la misma. Tendré que verla en su respectivo pase de prensa antes del 16 de noviembre para confirmar o no las sospechas pero lo que es seguro es que me he quitado de encima una retahila de bodrios -ubicados en las primeras jornadas del festival- de los que poco o nada tendré que preocuparme en sus fechas de estreno y de los que creo que aún menos se preocupará el eco del público, la voz siempre más respetable.
Y entre maratones, películas, caminatas, txakolis, pintxos, hamburguesas, comidas exprés, alfombras rojas, terremotos provocados por los guaperas de Gosling, Cooper y Hemsworth, risas con De Vito, encomios con Judi Dench, libros vendidos y fiestas que se nos van de las manos en Bataplan y Dabadaba y risas y más risas compartidas junto a los grandes compis y amigos con los que convivo cada año por estas fechas en la Bella Easo, mi cobertura en la capital donostiarra ha llegado a su fin. Ha sido la sexta consecutiva y creo que si no me tomo algún tipo de píldora inmunizante voy a tener de por vida el mono de asistir a este precioso paisaje y festival. ¡Que el chute me dé para mil festivales más!
Palmarés del Festival de San Sebastián 2018
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