Feb 10, 2021 Pau Sauri Soriano Críticas, Críticas 0
Por Pau Sauri Soriano
Je ne sais pas
Pongamos que tienes una hija de dieciséis años, una noche sale con sus amigos y al día siguiente, mientras disfrutas de la playa con tu familia, es arrestada ante tus ojos por el presunto asesinato de su mejor amiga ¿Cuál sería tu primera reacción? Es inocente, sin ninguna duda. Sin embargo, no es tu hija a la que se llevan, todo esto ha sido una historia que has visto por las noticias, ves a los padres asegurando por su vida que es imposible que su hija haya cometido tal atrocidad, aún siendo la única acusada, ella no ha sido. Bien, a lo mejor no conocían tanto a su hija, no hay nada seguro en esta vida. En La Chica del Brazalete (La Fille au bracelet) Stéphane Demoustier, el director, juega a ver dónde están los límites del amor incondicional del mismo modo que un párvulo, giro tras giro, comprueba la resistencia de ese clip de alambre abandonado en el fondo de su estuche.
Melissa Guers como Lise en La Chica del Brazalete
¿Dónde fue al salir de casa de su amiga? ¿Sabe que es la última persona que la vio con vida? ¿Reconoce este cuchillo? Lise, la protagonista del filme, se ve obligada a responder una detrás de otra las preguntas que le caen por parte de los diferentes actores que intervienen en el juicio, la acusan de asesinato. El rostro de la joven es, durante gran parte del largometraje, un folio en blanco, como si toda esta situación la hubiera catapultado hasta la madurez absoluta haciendo que todo aquello por lo que pasa le sea indiferente. Es su padre, Roschdy Zem, quien aporta el sufrimiento y lo visceral a la historia, es en él donde vemos el miedo a perder a su hija de dieciséis años por, supuestamente, un error judicial. La Madre, Chiara Mastroiani, en cambio, huye, le es imposible afrontar la situación. La familia está rota.
En su primera película, Terre battue, Stéphane Demoustier ya nos presentó una historia estructurada alrededor de la familia. En el caso de La Chica del Brazalete, su objetivo es ponerle nombre a una realidad que muchos conocemos, las diferencias entre generaciones que se ven obligadas a convivir dentro de un mismo núcleo familiar. Para hacerlo, sin embargo, utiliza una historia poco convencional, muy influenciada por la producción argentina Acusada, en que se lleva el amor y la unión al límite. Este conflicto lo podemos ver representado a la perfección y de una manera muy marcada en el largometraje recién estrenado Ane de David Pérez Sañudo.
El problema, si se le puede llamar así, es que La trama del juicio y toda la intriga que le rodea eclipsa por completa todo lo demás. Al limitar la información que recibe el espectador y convertirlo en lo que es: alguien que observa cómo se desarrollan unos hechos ajenos y desconocidos a su persona, Demoustier puede jugar de un modo muy inteligente la carta de la confusión, no permite que te relajes en ningún momento; ahora es culpable, ahora es inocente, ahora este es el malo, ahora es el bueno. Cabe destacar que la credibilidad de la historia que da paso a este tipo de sensaciones entre los espectadores se ve claramente reforzada por la gran interpretación de Melissa Guers, Lise, quien llega a contar mucho más con el silencio que con las palabras.
La Chica del Brazalete consigue que la intriga y el interés no decaigan en ningún momento, es de esas películas que deja germinar las ideas en la cabeza de aquellos que la observan, convirtiéndose así en una obra muy interesante ¿o no? No lo sé, ahora dudo.
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