LA CHICA DEL TREN

Oct 18, 2016 Dani Arrébola Críticas 0

Al compás del chacacha de Emily

Es una práctica tan habitual hoy en día como un pestañeo y no por tan rutinaria menos inteligente: cuando la tinta en el papel se convierte en un bestseller literario…más vale (y vale mucho) aprovechar el tirón lo antes posible y traspasar la tinta y las páginas a los píxeles de la gran pantalla, no vaya a ser que perdamos billetes por el camino pudiendo ganar ediciones y taquillazos de una tacada. Y a pesar de que en los últimos tiempos -sombras y dakotas aparte- la transformación bestselleleriana no ha sido digamos muy elocuente, cuando ésta logra al menos tener un resultado igual de digno que el de su obra original o, incluso, no llegar a sentir esa ruin sensación de haber perdido el tiempo sentado en la butaca, merece la pena releer la historia en imágenes, aunque éstas pierdan la esencia que nuestra hábil e impredecible mente nos dibuja en nuestra imaginación. Éste último caso, tan digno y poco molesto, es el caso de La chica del tren, dirigida por el semi-desconocido Tate Taylor, adaptación a la gran pantalla de la exitosa novela del mismo título escrita por Paula Hawkins.

Y la historia, guionizada por Erin Cressida Wilson, nos presenta a Rachel, (Emily Blunt), la cual se pasa medio día bebida subida a un tren, donde realiza el mismo trayecto sin más móvil y pasión que el de atender por la ventana. Por esa ventana analiza y observa cada día y durante los segundos que le permite la velocidad de la máquina sobre raíles, a una pareja que ya forma parte de su vida. Pero tan rutinaria vía en su vida, dará un vuelco desde el momento en que vea tras el cristal y en la misma casa de su ya familiar pareja, un nuevo e intrigante suceso. ¿Lo revelará o no? ¿Se esconde algo más en la vida de Rachel relacionado con esta novedad que ve? Pues todos estos interrogantes serán los que vaya maridando un espectador que, con un interés más de piloto automático que manual, se hará cada uno en su cabeza.

Y es que este piloto automático que podemos teclear desde el inicio del filme, se convertiría en un botón de OFF sino fuera por la precisa, generosa y, en consecuencia, creíble interpretación de una Emily Blunt que hasta borracha es capaz de desprendernos esa chispa eléctrica que pocas actrices nos despiertan. Una chispa de mujer madura, hermosa y de mirada virtuosa que en este ejercicio moldea con buen resultado a través de las vías de un tren que más rápido que tarde, ceden su espacio a un thriller de triángulos amorosos y cuartetos de desamores que, en ocasiones, rozan el telefilme de multicine de cuatro de la tarde. El miedo, la inseguridad, el olvido y recuerdo en la mente femenina y, también por qué no decirlo y redundar en ello, el ser incapaz de coger un tren nuevo en la vertiginosa y oscura vida de cada quien, son temas que se recogen de la más redonda novela y que aquí Taylor tan sólo salva gracias al buen trabajo de sus protagonistas, en el que destaca una emergente y sensual Haley Bennett. Es decir, que es bien probable que ni siquiera esperásemos en el andén si no fuera por el chacacha de Emily Blunt.

Con La chica del tren no es que perdamos el tiempo, pero es que tampoco lo ganamos o, al menos, no avanzamos hacia la siguiente estación y hacia el final de la historia con algún nutriente nuevo u original en nuestra ya archi-conocida dieta de thriller de misterio desde la óptica femenina. Esta adaptación no molesta ni es desechable, pero el hecho de que el engranaje de su locomotora dependa únicamente de una Emily Blunt y de sus escuderos, es de por sí motivo suficiente para salir más decepcionado con el pago de tu entrada que encantado.