Sep 26, 2013 Dani Arrébola Críticas, Festivales, San Sebastián 2013 0
Por Dani Arrébola
Un intento fracasado de despertar nuestras zonas erógenas
Desde Grecia se presenta a la 61º edición del Festival de San Sebastián el realizador Michalis Konstantatos con el filme Luton dentro de la sección Nuevos Directores. La película narra el día a día de Jimmy, Mary y Makis tres personajes que (aparentemente) no se conocen aunque con el paso de los minutos veremos que no es exactamente así. Uno es el dueño de un pequeño estanco en lo que suponemos es un barrio de Atenas; otra es una treinteañera amargada sin más motivaciones que hacer ejercicio y comprar ropa; y el otro es un adolescente en plena edad del pavo pero con alma auto-destructiva incapaz de satisfacerse con sus deseos amorosos.
El problema de esta cinta no es la puesta en escena que, entendemos obviamente limitada tratándose de jovenes directores con escasos recurso, tampoco se ha de culpar al guión en sí. El problema de Luton es que es una película aburrida, simple, desprovista de emociones y de alma. A lo largo del metraje uno ha de hacer esfuerzos para intentar sentir algo con este producto. En la cinta y, seguramente en el fondo de lo más destacable de la misma, aparecen varios planos de sexo auto-complaciente con aire cotidiano, esto es, toqueteos en un probador, felaciones en un coche o incluso penetraciones en plena sobremesa de una comida. Pero el problema, insisto, es que es una sucesión de planos sexuales desprovista de gracia. Por contra, el resultado es que Luton se masturba a sí misma por falta de amor, porque esta cinta no puede aspirar a ser querida. Luton pretende despertar las zonas erógenas del espectador sin conseguirlo.
La técnica del mismo modo deja mucho que desear. Son abundantes los planos en que la cámara queda fija, absolutamente inmóvil mientras la acción se desarrolla y eso podría ser un recurso respetable y aplaudido si sirviera en efecto para mostrar algo pero, el hecho es que en la película sólo sirven para hacer aún más lento y pobre el ritmo roto y soporífero del filme. No se pueden soportar estas aparentes pretensiones de planos muertos que intentan dar vida si estos no están lo suficientemente justificados a la hora de contar al público la historia. El único plano con cierta «gracia dinámica» de cámara, lo encontramos en una discoteca en la que una de las tres protagonistas tras salir de un lavabo (y después de asistir al ritual explícito de verla orinar en el inodoro sin más), liga sin esfuerzo alguno con un pragmático cincuentón nocturno. El plano es de una trampa absoluta por crear una expectativa demasiado ilusa y sugerente en un espectador el cual debe echar humo de su mente a esas alturas del metraje. Y es entonces cuando tras lograr completar el visionado de esta película uno se pregunta: ¿Tan aburrida y simple es la VIDA?
Tampoco uno entiende esos planos hasta la extenuación, como es el de un apasionado morreo de hasta tres minutos de duración que de tan apasionado se convierte en insulso, entre el protagonista adolescente y su novia de esas carpeteras con más pájaros que ideas en la cabeza para pensar y soltar algo con ingenio. En ese plano hasta me atrevería a decir que se escucha la mala impedancia del sonido de los micrófonos del rodaje en el momento en que de tanto labio unido ni los actores respiran… ojalá fuera ese puntual error técnico el único error de Luton… Por cierto, Luton, un título que está cogido por pinzas y bien finas ya que la única relación que le vinculo a lo que vemos en pantalla es que es la ciudad británica de acogida del protagonista adolescente… Demasiada flojera. El final (y tampoco destripo nada), tampoco puedo salvarlo. Por mucho que el guión de golpe y porrazo se empeñe en querer simbolizar algo, no es un trato justo para el espectador cuando se lo has hecho pasar tan mal en la cinta y lo más importante, cuando no le has hecho pensar en absolutamente nada.
Lo cierto es que uno, por cinéfilo empedernido que sea, empieza a hartarse de este sector de cine contemporáneo obsesionado por plasmar la hiper-realidad de las cosas. De tan real la película se convierte en irreal. De los personajes ni siquiera hablo debido a lo poco que les queda cuando les descorchas, desnudas y obligas a no rasgar el sentimiento para dejarlos planos, con cara de amargura de principio a fin.Luton es de ese tipo de películas que te deprimen tras salir del cine. Hubo algún tímido aplauso de esos de protocolo, pero abundaron los silbidos y malestar en el Teatro Principal donde se proyectó para la prensa. Si esta es la cartilla de presentación de estos nuevos directores (Konstantatos, Facil Coskun, etc) pocas esperanzas le auguro de encontrar cambios a mejor en nuestro amado séptimo arte.
Puntuación Ránking Apetece Cine: 3,0
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