May 19, 2015 Eva Garcia Críticas 0
Debutar así da gusto
El cine español está de enhorabuena. Javier Muñoz, a quien conocemos en su faceta de guionista en películas como La semana que viene sin falta (2006) o Atasco en la nacional (2007), se estrena como director. De hecho, fue en los escenarios de esta comedia de 2007 dónde surgió la idea para su primera película. En una conversación con el director de Atasco en la nacional, Josetxo San Mateo, Muñoz sugirió que seguir a un sicario durante una noche de trabajo sería muy interesante. Ocho años después, esta idea responde al título de Sicarius: la noche y el silencio, un thriller español protagonizado por Víctor Clavijo.
Un sicario recibe el encargo de matar a una mujer. Este debería ser un trabajo más en su lista pero en el último momento decide no llevarlo a cabo. La consecuencia puede ser terrible ya que en esta profesión, quien no cumple su cometido, está muerto. En ese preciso instante empieza una carrera contrarreloj para acabar con la vida de aquellos que lo han contratado. Poco a poco, todos van cayendo y solo al final sabremos por qué decide no asesinar a esa mujer.
La historia está enmarcada en un país completamente corrupto en el que el director llega a plantear una cuestión; las fechorías del sicario – matar a 15 personas en una noche – no son nada comparadas con las de la élite gobernante. El sicario es testigo de las miserias del país pero eso no lo convierte en justiciero – como sí ocurre en Taxi Driver (1976) –, sino que lo lleva por una espiral de violencia por no haber cumplido su trabajo. Este anti-héroe es una persona normal. Muñoz buscaba a ese vecino que siempre saludaba, muchas veces protagonista de los informativos, y lo encontró. Víctor Clavijo – conocido por sus papeles en series de televisión como Gran Reserva o El Ministerio del Tiempo y nominado al Goya al mejor actor revelación por El regalo de Silvia (2003) – brilla en esta película y merece todo el reconocimiento. La voz en off de Clavijo se convierte en una extensión del personaje y logra interactuar con el espectador, convirtiéndolo en compañero de viaje. También Pedro Casablanc – lo hemos visto en innumerables series de televisión como Amar es para siempre y en películas como Manolete (2008) – está estupendo al crear un personaje con tan sólo su voz. Casablanc y Clavijo comparten escenario en los flashbacks de la película que invitan al espectador a plantearse quién es esa voz y por qué parece tener una influencia enorme en nuestro actual sicario.
Javier Muñoz dijo en una entrevista haber crecido “con el cine de Scorsese y Brian de Palma” y en esta película lo ha demostrado. El protagonista se ve distraído por una misteriosa mujer, el contraste de las sombras y la luz juega un importante papel y esa música compuesta por Mariano Marín sabe gestionar la tensión en el filme. Así, Sicarius: la noche y el silencio rinde homenaje al cine negro.
Este thriller aderezado con el sentido de humor negro del protagonista convierte a la ópera prima de Javier Muñoz en un éxito rotundo. El argumento y la acción son precisos, pero la atracción principal reside en Víctor Clavijo y esa voz en off que sigue perdurando en mi memoria y espero no olvidar jamás.
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