Sep 08, 2015 Laura Díaz Esteve Clásicos 0
Sam te da la bienvenida al bar de Rick. Entre alcohol y humo toca alegremente el piano, en apariencia, ajeno a los trapicheos de la flor y nata de Casablanca que cada noche se reúne a su alrededor. Policías corruptos de la Francia desocupada y otros canallas trafican ante las narices de la Gestapo con visados para miles de refugiados que esperan en la antesala del nuevo mundo para escapar de la II Guerra Mundial. Como aún no has tomado demasiadas copas, verás desde la barra que el simpático pianista se inquieta con la llegada de una pareja. Cruza su mirada con la de la mujer recién llegada y sabes que algo va a suceder. Te van a contar uno de los romances más emblemáticos de la gran pantalla. Si no te entretienes en la mesa de apuestas, lo vas a querer ver más de una vez.
Como ha sucedido con otras películas míticas, el rodaje de Casablanca no auguraba el éxito arrollador que siguió a la cinta. Según explica el crítico Roger Ebert, este filme se había proyectado como un estreno más bien rutinario de la Warner Bros, pero coincidieron en el equipo muchos de los trabajadores más destacados de la productora que terminarían imprimiendo un sello de calidad innegable. Sin embargo, el éxito de la película residiría en el texto escrito por Julius J. Epstein, Philip G. Epstein y Howard Koch y dirigido por Michael Curtiz, premiados con los Óscar a mejor guión y mejor dirección juntamente al de mejor película por narrar la historia de amor interrumpida entre Ilsa Lund y Rick Blaine. Tras ser abandonado repentinamente durante la ocupación nazi de París, Rick vuelve a encontrarse con su antigua amante cuando ella y su esposo, el jefe de la resistencia checoslovaca, aparecen para intentar escapar a Estados Unidos en el bar que regenta en la ciudad de Casablanca.
Desarrollando este punto de partida en los estudios de Los Ángeles, donde la Warner recreaba un exótico norte de África para varias películas, los guionistas hablaban en plena Segunda Guerra Mundial de los esfuerzos que realizan nuestros héroes de la gran pantalla en pos de una causa mayor. Así, los protagonistas de la película cometen enormes sacrificios personales porque, como nos recuerda una de sus frases más conocidas: “los problemas de tres personas no importan en este loco mundo”. Al estrenarse el filme, se desconocía el desenlace de la guerra y también hoy, al terminar de verlo, quedamos sin conocer el destino de los protagonistas, pero su actitud heroica y entregada satisface nuestra búsqueda de un final feliz.
¿El tiempo pasará?
Según se cuenta, los guionistas reescribieron esta historia una y otra vez, terminando muchas de sus escenas 10 minutos antes de rodarlas. Sin duda, les facilitaría el trabajo el hecho de que ambos personajes se amoldasen perfectamente a sus intérpretes. Humphrey Bogart representaría a lo largo de su carrera a hombres ariscos y aparentemente cínicos que, por desconfianza o despecho, esconden caracteres románticos o patrióticos, como haría en El tesoro de sierra madre (John Huston, 1948) o en Tener o no tener (Howard Hawks, 1944). Enfundado en un inmaculado traje blanco y con la mirada impasible ante los dramas de sus clientes, Rick se convertiría en un personaje icónico del cine que, por ejemplo, guiaría al neurótico e inseguro Woody Allen en Sueños de un seductor (Herbert Ross, 1972).
Por su lado, Ingrid Bergman, que no conoció el desenlace entre Ilsa y Rick hasta la filmación de la última escena, entraría con su mirada vidriosa y dulce en el star system de Estados Unidos gracias a Casablanca. Llegaría a convertirse en la cuarta artista femenina más importante de los primeros 100 años del cine, según una encuesta realizada por el American Film Institute, que situaba en el podio a Katherine Hepburn, Bette Davis y Audrey Hepburn. Sin embargo, debería atravesar un largo periodo de rechazo en América a raíz de su romance con Roberto Rosellini, que la llevó a abandonar a su primer marido y a la hija de ambos para trasladarse a Italia con la desaprobación de sus antiguos seguidores, siendo incluso declarada persona non grata en Estados Unidos. Jordi Izquierdo lo explicaba más detalladamente a raíz del aniversario del nacimiento y la muerte de la actriz en APTC Cine, y también Eduardo Mendicutti en “La chica que era más alta que Bogart”, publicado en el suplemento UVE de El Mundo.
Además de los protagonistas, cabe destacar las apariciones de grandes secundarios como Claude Reins o Peter Lorre, quienes completan el reparto y nos invitan a entrar una y otra vez en la cantina. Conociendo ya la historia entre Ilsa y Rick, esperaremos con más ganas volver a presenciar su reencuentro. Sam interpretará al piano “As time goes by”. Como reza la canción, el tiempo pasará. Excepto para Casablanca.
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